“Jesús recorría toda Galilea enseñando en sus sinagogas, proclamando el evangelio del reino y curando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo” (Mateo 4, 12 – 17. 23 – 25)
Es el retrato de un hombre que vive para los demás
"El pueblo que habitaba en
tinieblas vio una luz grande; a los que habitaban en tierra y sombras de
muerte, una luz les brilló."
Jesús pide conversión, y él cura.
Son dos acciones complementarias.
La conversión es el descubrimiento de la necesidad de dejar a Dios actuar en nuestra vida.
Si le permitimos, nos regala la curación.
"Convertíos porque está cerca el
reino de los cielos"
“Convertíos a mí de todo
corazón”. ¿Por qué debemos volver a Dios? Porque algo no está bien en nosotros,
no está bien en la sociedad, en la Iglesia, y necesitamos cambiar, dar un viraje.
Y esto se llama tener necesidad de convertirnos”. (Papa Francisco)
Convertirse es
caminar en libertad,
amar en gratuidad,
andar en tus caminos.
Ligeros de equipaje.
Y en la alforja
solo el Evangelio.
'Convertíos' para cuidar a los enfermos, a los mayores, los que se pueden contagiar...
Convertirnos del yo para pasar a un nosotros y construir
un mundo más fraterno, justo, sostenible y en paz.
La fe nace en nosotros desde otros y para otros;
Cuando la fe de una persona es muy débil, la fe de los
demás la sostienen.
“Una vez más
este tiempo nos dirige su llamamiento profético, para recordarnos que es
posible realizar algo nuevo en nosotros mismos y a nuestro alrededor,
sencillamente porque Dios es fiel, es siempre fiel, porque no puede negarse a
sí mismo, sigue siendo rico en bondad y misericordia, y está siempre dispuesto
a perdonar y recomenzar de nuevo. Con esa confianza filial, pongámonos en
camino.» (Papa Francisco)
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