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Siempre llamas.

 

Convertíos y creed en el Evangelio 
(Mc 1,14-20)

El Espíritu de Jesús... va creando el ambiente, entre graves dificultades, para la manifestación definitiva del Reino de Dios. 
El Espíritu se mueve.
El Reino se realiza.
La Palabra de Dios se cumple.
Es hora de rezar con más intensidad que "venga a nosotros su Reino".

La Palabra de Dios es viva y eficaz.
Es poder creativo infinitamente. Intento escucharla, leerla, meditarla, rumiarla un poco cada día y dejar que poco a poco me transforme, me convierta.
Y en la Eucaristía me siento revitalizado, alimentado
 con su Cuerpo y su Palabra.

La conversión que propone Jesús es un volver a Dios, un cambio radical, del nada al todo.
Cambiar el corazón, pero antes la mentalidad, que es lo que impide dejar Ser a Dios.
Abandonar el modo rancio y convencional de la religiosidad para ser creyentes de verdad.

Jesús quiere contar con colaboradores para llevar a cabo su obra. También contigo.
A Pedro, Andrés, Santiago y Juan le propuso tareas nuevas.
Y dijeron SÍ... sin poner peros ni disculpas.
¿Tú qué contestas?

Si te llama, responde.
No hay mejor opción.

Nos mira, nos llama, dejamos 'las redes', le seguimos... para vivir nuestro proyecto de vida con Él, para encontrarnos con Él.
 


Siempre llamas, Jesús.
Con cariño cada día que amanece.
Con susurros en el silencio de la noche.
Con ternura cuando el cansancio nos vence.
A gritos en el ruido del mundo.
Con constancia cuando nos equivocamos de camino.
Siempre llamas.
Desde el dolor de los que sufren sin consuelo.
Desde la alegría de los que cantan a la vida.
Desde el amor de los que atienden al prójimo.
Desde la pasión de los que se olvidan de sí mismos.
Siempre llamas.
Quiero ser hoy pescador de hombres.
Quiero lanzar la red para que encuentren pan y hogar.
Ahí van mis brazos, mis redes y mi corazón.
Y que un día caiga yo también en tus brazos, Señor.



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