Ir al contenido principal

'Venid conmigo'

 


«¡Ven! Deja las redes y sígueme»
(Mc 1,14-20)

Comenzamos el tiempo ordinario con la llamada de Jesús a estar con Él, y a colaborar en las tareas del reino. 

Jesús provoca en nosotros el deseo de un SÍ que no admite demora.

¿A qué estoy dispuesto para llegar a ser decidido discípulo de Jesús al iniciar el Tiempo ordinario?

Abandónate en mis manos.
Suelta tus temores
y las redes que te atrapan.
Yo estaré contigo
en cada tramo de tu vida.
No tengas miedo.
Ven y sígueme.

Llamados a una relación, 'venid conmigo', que cambiará nuestra vida.
El cambio es estar a su lado, dejarle sitio.
El camino es con Él, saber que no estamos solos.

Anuncio, cambio, llamada... para ser hombres y mujeres nuevos.

Sigámosle.

La vida tiene un sentido, y todo cambia cuando lo encuentras, búscalo en todo momento.

Si en tu corazón el Señor reina, todo se llena de gozo y alegría. 

Señor Jesucristo, que enviaste a los tuyos a anunciar por el mundo el inmenso amor que Dios nos tiene, danos a nosotros fuerzas y capacidad para seguir los caminos de tantos cristianos que te han anunciado en todo el mundo, y han hecho de este espacio de vida un lugar más humano y más fraterno. 

Que anunciemos y practiquemos la fraternidad, la justicia, la libertad y la solidaridad. 

Y, si quieres enviarnos a anunciar tu mensaje en el mundo de una forma especial, con un compromiso de por vida, danos con tu llamada los talentos necesarios para seguirla con fidelidad y juventud, con alegría y entusiasmo, seguro de que Tú vas con nosotros. 

Gracias, Jesús, por hacernos de los tuyos y darnos un corazón capaz de ser más grande que nuestras fronteras de raza y sociedad. Amén.



Comentarios

Entradas populares de este blog

"Señor, enséñame a orar"

“Cuando oréis decid: “Padre”  (Lc 11,2).    Los discípulos fascinados por las palabras y gestos de Jesús se preguntan: ¿De dónde le nace tanta vida al Maestro? Por eso le piden que les muestre el manantial que lleva en el interior, que les enseñe a orar, que les revele “eso” que le lleva a entregar la vida, gratuitamente, por los caminos.   Acoge en silencio profundo la palabra más bella, más entrañable y más nueva que Jesús lleva en su corazón: ¡Abba!   ¿Cuántas veces has dejado de orar? Por dejadez, desánimo...hay mil causas. El Padre es bueno, te espera paciente y sabe que en el fondo de tu corazón anhelas estar cerca de Él. Dile confiado: "Señor, enséñame a orar" En este mundo a veces tan chato y funesto donde pareces no estar, Señor, enséñanos a orar.  Sí, enséñanos a orar, a tener claro y a recordar que somos tuyos y no nuestros. Orar es conectar con la raíz del ser; es entrar en la onda del Padre, sin...

Gracias, Señor.

El titulo de esta entrada me la ha do el Papa Francisco esta mañana en su tuit  @ Pontifex_es Termina un año y estamos a punto de comenzar uno nuevo. Se cierra un libro y empieza un nuevo libro con las paginas en blanco. Hoy es un buen momento para hacer balance del año, pedir perdón, dar gracias y pedir ayuda.  En el año que termina ha habido de todo, pero la certeza del amor de Dios ha estado conmigo todos los días. Su ternura la he sentido muchas veces, y muchas veces su mano me ha levantado. Gracias, Señor porque no termino el año sólo y el nuevo lo puedo empezar contigo. Por eso yo no le pido nada al 2015, yo se lo pido a Dios. En tus manos Señor pongo mi vida en este nuevo año 2015

SAN JOSÉ

Salve, José, amante y tierno padre. Salve, guardián de nuestro Redentor. Esposo fiel de tu bendita Madre y salvador del mismo Salvador. Al buen Jesús pudiste ver sin velo y sobre ti sus miembros reclinó. Al Hacedor de tierra, mar y cielo con cuánto amor le besas y te besó. ¡Oh, qué feliz el nombre de Hijo que dabas! Ninguno fue por Dios tan encumbrado como tú, José. ¡Oh, fiel guardián de nuestro Redentor! Dichoso aquél, José, que tú proteges y el que con fe te invoca en la aflicción, jamás, jamás lo dejas sin amparo y protección. ¡Oh, San José, amante y tierno padre, santo sin par y espejo de virtud! Haznos amar a la divina Virgen y a nuestro Dios y Salvador. “Protege, oh bienaventurado José, protégenos en nuestras tribulaciones. Defiéndenos de las asechanzas del demonio, protégenos con tu patrocinio, y ayúdanos y sostennos con tu auxilio para que podamos santamente vivir, piadosamente morir y alcanzar en los cielos la eterna bienaventuranza”. (León XIII)