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Nos hace hijos suyos

 


«El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros». 
(Jn1, 1-18)

Dios es “un Dios de la Historia”.
Nos habla con acontecimientos concretos.
¿Estás a la escucha?

¿Somos conscientes del regalo que nos han hecho el 25 de diciembre?
¡Que el Señor nos bendiga siempre con su cercanía, tan necesaria en estos momentos!




Ante tanta palabrería,
escojo la Palabra.
Que tu Palabra, Señor, acampe y eche raíces profundas en mí.
Necesitamos silencio para escuchar la Palabra.
Quietud para contemplar y encarnarla.




Dios nos habla en la creación: cada criatura lleva impresa una huella, un sello del Creador.

Y especialmente nos habla en el ser humano, en la fragilidad de la carne:
"El Verbo se hizo carne y acampó entre nosotros".
Se hizo también pan para nosotros para que ya no tengamos más hambre.

Sólo hay vida auténtica y profunda en Dios. 
Él es el dador de toda vida.
Una vida que existe desde siempre y que es para siempre.
Vida que da luz.
Vida que no todos acogen.
Vida entre nosotros, que se ve y derrama su gracia.

Vivir en la esperanza.
En estado de buena esperanza. 
Preñados de Dios. 
Dando vida al sueño de Dios para el hombre. 
Colaborando en la creación de un mundo nuevo. 
Acogiendo el reino que ya está entre nosotros. 
Esperanza que no defrauda porque con Jesús se anticipa, se hace visible.

Dios nos bendice, nos quiere.
Nos elige, nos ama. 
Elegir es amar.
Nos hace hijos suyos, somos todo para Él, somos con Él.
La relación con Dios es una relación de amor por, en y con Cristo.

Dios me ama!
Cada uno de nosotros, podemos partir de esta breve frase para comenzar a hablar con Dios. 
Hemos escuchado tantos reclamos hacia Dios de por qué en el mundo hay tanto mal,  y por qué no hace nada.
Y Dios, en su silencio taladrador, nos dice:
"Te he hecho a ti".
Eso pido hoy, Señor, para este nuevo 2021: ser testigo de la luz.
Prefiero eso a perder el tiempo en batallitas vanas con las tinieblas.
Es más efectivo.
Quiero ser testigo tuyo, que eres la Luz Absoluta, que ilumina nuestras vidas, les da sentido y las llena de amor. 

“Señor, hoy te pido 
no me escuches cuando te reclame lo que yo quiero.
Tú como Padre bueno sabes lo que de verdad necesito y me llena.
Hazme ver ese camino, y acompáñame en cada paso.
Dame tu mano y no me abandones incluso cuando no quiera verte.
Abre mis puertas,
desmonta mis muros e inúndame, Señor,
de tu presencia,
de tu Amor. “



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