“Id al mundo entero y proclamad el Evangelio”.
(Mc 16, 15-18).
Hoy Fiesta de la Conversión de San Pablo
Como él, también nosotros decimos:
«Todo lo considero pérdida si lo comparo
con Cristo».
Necesitamos el encuentro con Jesús.
Sólo entonces es posible la conversión.
Él lo hace todo nuevo.
Así será posible su reino.
Una humanidad nueva, fraterna, solidaria.
Nos busca en la oración, en su Palabra, en los pobres, la Eucaristía, en el sacramento de la reconciliación...
Me pregunto cómo va a contar Jesús conmigo, si soy un desastre, si no tengo fuerza, si caigo en mil tentaciones...
Es sorprendente que me llame, que no tenga en cuenta mi pecado, mis limitaciones.
Evangelizar hasta los confines de la tierra.
No sólo con palabras, también con obras.
En silencio y en medio de los ruidos de este mundo.
En la oración contemplativa y en las redes sociales.
En compañía y en solitario.
En la alegría y la incertidumbre.
"Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación"
Se anuncia el Evangelio cuidando la creación.
Se proclama desde el testimonio que muestra la gran Misericordia y la presencia cercana a los hombres y mujeres anunciando la Buena Nueva.
'Impondrán las manos a los enfermos', ahora es tiempo de acompañar, de llevar la bendición del Señor a los enfermos, a los que tienen miedo, a los que han perdido la esperanza.
La esperanza es signo de la fe, de la confianza en el Señor
¿Por qué?
¿Por qué me persigues?
–dices–.
Yo me sorprendo,
me apeno,
me irrito,
replico.
¿Perseguirte yo?
No hago daño.
Rezo a veces.
Amo a ratos.
Y Tú,
sin decir nada,
te presentas.
Yo soy Jesús,
a quien persigues
cuando ignoras al hermano,
cuando juzgas con desprecio,
cuando eliges el camino
de las muertes cotidianas,
cuando intentas encerrarme
en una idea.
Solo entonces,
sorprendido,
descubro
que estaba ciego,
y suplico
que me abras los ojos.
(José María R. Olaizola, sj)
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