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Tan cercano



“Quien me ha visto a mí ha visto al Padre” 
(Jn 14, 7-14)


Para quien pone a Dios siempre en las alturas resulta difícil reconocerle en el hombre, en el "hijo del hombre", en Jesús de Nazaret.
Qué grandeza tener a un Dios tan cercano; qué accesible se ha hecho al mostrarnos su rostro en su hijo: misericordia, libertad, plena humanidad...

Es a Él a quien hay que acoger, buscar, seguir, dejar sitio...
Es Él, su Evangelio, su propuesta... la que hace presente a Dios en nuestra vida.

Paciencia, humildad, responsabilidad.
Priorizar el bien común por encima de otros intereses.
Reinventar la vida, la convivencia desde la raíz, desde hábitos cotidianos, valores y objetivos...
O nos hacemos uno, o nos hundimos.

Señor Jesucristo, gracias por permitirme encontrarme contigo.
Gracias por enseñarme que mi vida sólo tiene sentido contigo.
Tú nos dijiste que harías cualquier cosa que pidiéramos en tu nombre, y yo quiero pedirte tan sólo que aumentes mi fe.


Ante Ti, Señor

Jesús,
Estar aquí, ante Ti, y ya está todo,
Cerrar los ojos de mi cuerpo
Cerrar los ojos de mi alma
y quedarme así, inmóvil, silencioso,
abrirme ante Ti, que estás abierto a mí.
Estar presente ante Ti, el infinito presente.
Yo acepto, Señor, este no sentir nada,
no ver nada,
no oír nada,
vacío de toda idea,
de toda imagen,
en la noche.
Heme aquí simplemente
para encontrarte sin obstáculo
en el silencio de la Fe,
ante Ti, Señor. 
Amén.

Michel Quoist

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