¡Feliz Pascua de Pentecostés!


«Sopló sobre ellos y les dijo: "Recibid el Espíritu Santo;
a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos"»
(Jn 20, 19-23)

"Donde quiera que vaya,
lejos, y en cualquier lugar,
una y otra vez,
siempre resplandeces en la oscuridad de la noche...
Cada vez que grito,
lejos y en cualquier lugar,
escuchas mi llamada
cuando caen las sombras
tu luz me alienta..."
¡Ven Espíritu, envíanos tu luz!

Qué bello Misterio de amor y cercanía de Dios con el hombre.
No sólo se hace uno de nosotros en Jesús, sino que se hace uno con nosotros.
Hace morada en nosotros.
Nos insufla su propia vida, su propio aliento.
El Amor, que es uno, se diversifica y expande en nosotros.
Alabado sea

Si el Espíritu se siente llamado a habitar en tu casa, prepara tu vida para recibirlo en hospedaje y como eterna compañía.
Ya nunca vivirás solo.
Ese compañero del alma, que alimentará tu vida del calor y del color de la esperanza, no se apartará di ti.
Invócalo y ahí estará.

Podríamos decir tantísimas cosas del Espíritu Santo y nunca acabaríamos.
Pero lo más importante no es saber mucho, sino dejar que Él viva realmente dentro de nosotros.

El Espíritu no es un viento fuerte sino el perdón que todo hombre y mujer de este mundo es capaz de regalar, de ofrecer, de aceptar y de acoger para que la relación entre las personas cambie y construir fraternidad.

Seamos Iglesia, Pueblo de Dios en salida, en comunión, anunciando, acompañando, compartiendo nuestra esperanza y ofreciendo nuestra fe allí donde estemos.
¡Vivamos un renovado Pentecostés¡

El Espíritu Santo es la Paz en medio de nuestros miedos, la garantía del Perdón de nuestros pecados, la Alegría que nos impulsa a salir al encuentro del otro.

Espíritu
Santo, dador de vida nueva que podamos reconocer a Jesús como Señor. Enséñanos a creer, a orar y a imaginar lo mejor y más humano. Ábrenos a un futuro más fraterno y enséñanos a creer que eres ternura y cercanía personal de Dios. Ayúdanos a esperar más allá de nuestras
fuerzas y de nuestras propias esperanzas. Que la fuerza que nos viene del Resucitado nos saque del encierro y nos anime a enfrentar los problemas
históricos dando testimonio de su resurrección con valentía y con altura. Que no desperdiciemos la vida nueva que hemos recibido por medio de tu soplo inefable porque es la vida del mismo Dios dada a cada uno para hacer que su Reino sea una realidad en medio de nuestro pueblo
que sufre.  

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