Elegidos de Dios
«Como el Padre me
ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor»
(Jn 15, 9-17)
La fiesta del apóstol Matías nos muestra que todo es don
en nuestra vida. El nombre de Matías significa don, regalo de Dios, y también
nos recuerda cómo Jesús puede hacer el llamado, a través de la comunidad de
creyentes.
Hoy Jesús nos recuerda que ser cristianos (personas que
pertenecen a Cristo) es sobre todo vivir como discípulos amados.
“Como el Padre me ha amado, así os he amado... os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto”.
¿Qué frutos he dado como persona amada por Dios y como discípulo suyo?
¿Qué frutos puedo dar hoy?
“Como el Padre me ha amado, así os he amado... os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto”.
¿Qué frutos he dado como persona amada por Dios y como discípulo suyo?
¿Qué frutos puedo dar hoy?
Permanecer a su lado es mucho más que obligación, es una
búsqueda y un deseo, es el gozo permanente de estar junto a Alguien que
gratuitamente me ama, me cuida y me perdona
Ser elegido no es una acción pasiva.
Tanto la elección como la respuesta brotan de amar y saberse amado.
Nada
podemos si Dios no nos atrae.
Todos somos amados, elegidos de Dios.
Jesús llama a todo
hombre a comprometerse para hacer de este mundo casa de todos, y esto, de forma
totalmente gratuita.
Dios reparte su gracia con generosidad a la que debemos
corresponder también con generosidad para ser, igual que Matías, testigos
fieles del amor y elección de Jesús.
Muy cerca de nosotros está la Virgen María; nadie mejor
que ella ha amado a Dios y a todos los hombres, pues por su amor en la
Anunciación se convirtió en Madre de Dios, y por su amor en la cruz en Madre de
todos los hombres.
Hoy, pedimos en toda la iglesia, por intención del papa
Francisco, por el fin de la pandemia.
“Que Dios
detenga esta tragedia que detenga esta pandemia.
Que Dios se apiade
de nosotros y detenga otras pandemias que son tan malas: la del hambre, la de
la guerra, la de los niños sin
educación.
Y pedimos esto como hermanos, todos juntos.
Que Dios nos
bendiga a todos y tenga misericordia de nosotros”. (Francisco)
Y lo hacemos con
esta preciosa oración, pedimos a María que nos preste sus ojos, sus labios, su
lengua, sus brazos, su manto, su Hijo, para poderlo amar y amar a todos como lo
hizo ella.
Y le pedimos, en este día, que interceda por nosotros para que se
acabe esta pandemia.
Préstame, madre tus ojos
para con ellos mirar,
porque si con ellos miro,
nunca volveré a pecar.
Préstame, madre tus labios
para con ellos rezar,
Jesús me podrá escuchar.
Préstame, madre tu lengua
Para poder comulgar,
pues es tu lengua paterna
de amor y de santidad.
Préstame, madre tus brazos
para poder trabajar,
que así rendirá el trabajo
una y mil veces más.
Préstame, madre, tu manto
para cubrir mi maldad,
pues cubierta con tu manto,
al cielo he de llegar.
Préstame, madre tu hijo
para poderlo yo amar,
si tú me das a Jesús
¿Qué puedo yo desear?
Y esta será mi dicha,
por toda la eternidad.
(Anónimo)
(Anónimo)
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