Caminar juntos




«Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, 
y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna» 
(Jn 10, 22-30)

El Templo, las personas religiosas, las pruebas de la fe, son un estupendo paralelismo, con la iglesia, los cristianos y el querer a Dios en normas, reglas o leyes. 
Jesús pide creer, nada más.
Lo demás es querer ser dios, y no creer a Dios.

El que no quiere creer, encuentra excusas para no hacerlo.
El que sí, encuentra razones para ello.

Su palabra nos guía. 
Nos conoce y no es lejano. 
Identificamos su voz a través del hermano. 
Nos propone cercanía y camino juntos. 
Una voz que pide seguimiento, implicación en el mundo en que nos ha tocado vivir.





¡Dios mío! confió en Ti




Señor Jesús, quiero llegar hasta tí,
quiero abrazarme a tu cruz
como abrazaste el dolor
por curarme del pecado.

Pues vivir no es otra cosa
que una cruz para el cristiano,
dolor que llega y nos punza,
como espada que se clava.

Solo esa Cruz da sentido,
a tanto dolor que vemos,
y aunque esquivarlo queremos
es parte de nuestra vida.

No me atemoriza ya
el pasar por tantas pruebas
de suerte que sean las mismas
por las que ya tú pasaste.

Solo anhelo estar contigo
mi Dios y mi Salvador,
porque solo en ti yo encuentro,
tranquilidad y confianza,
porque solo Tú me das
la certeza de vivir.

Te amo, Señor.


Amén.

Padre Manuel Correa, O.F.M.

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