La fuerza del Espíritu



«También vosotros daréis testimonio, 
porque desde el principio estáis conmigo» 
(Jn 15, 26 - 16, 4a.)

"También vosotros daréis testimonio".
El mensaje de amor de Jesús no es para guardárnoslo para nosotros mismos sino para transmitirlo y anunciarlo con nuestra vida.
Y sabemos que, a pesar de las dificultades, contamos con la fuerza del Espíritu.

“Sin el Espíritu, Dios se ausenta.
Cristo queda lejos como un personaje del pasado.
El Evangelio es letra muerta.
La Iglesia es pura organización.
La esperanza es reemplazad por la institución.
La misión se reduce a propaganda.
La liturgia se congela.
La audacia evangelizadora desaparece”.

El testimonio nunca fue fácil.
No se trata de teorías, ni de doctrinas, sino de “estar con Él “.
Muchas veces puede conllevar la incomprensión e intolerancia, incluso por los que piensan que dan culto a Dios. Es imprescindible el discernimiento.

Señor, todo cristiano está llamado a dar testimonio de fe, de amor y de santidad.
Ojalá que quien se acerque a nosotros se quede marcado para siempre, no por nuestra personalidad o nuestras cualidades, sino porque somos reflejo del amor de Ti al hombre, a todo hombre.

Que tu Espíritu, Señor, confirme en lo profundo de nuestro corazón el amor del Padre, manifestado en Jesucristo. Un amor que vence nuestros miedos y que nos hace verdaderamente libres.

Espíritu de Dios, defensor de los pobres,
tú eres soplo de amor incansable
que recorre el mundo entero.
Tú vas donde quieres. Nada te frena.
Tú traspasas todas las barreras.
Tú impulsas los corazones al cambio.
Tú haces posible y sacas lo mejor
que hay dentro de nosotros.
Tú nos inspiras para desear
lo que Dios sueña de cada uno.

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