Ligero de equipaje
“Quién deje casa… por mí y
por el Evangelio
recibirá ahora, en este tiempo, cien veces más”
(Mc 10,29-30).
En contraste con la tristeza de quien hablaba con Jesús
en el evangelio de ayer, Pedro recuerda espontáneamente que él y sus compañeros
han dejado todo para hacerse discípulos.
Cuando esto se hace de todo corazón —dice Jesús— se empieza
a vivir una fraternidad nueva y gozosa, que no rompe las relaciones familiares,
sino que las sitúa en el círculo de la gran familia de los que aceptan a Dios
como Padre.
Al tiempo que hace compartir con Jesús el sufrimiento
provocado por los que son contrarios al Reino.
- Que podamos compartir, Señor,
- Que podamos compartir, Señor,
la alegría de Pedro y sus compañeros
por ser
tus seguidores.
En el Reino no habrá miseria, sino afecto abundante para
todos.
Dios es buen pagador.
Haz frente al deseo de acumular con tu vida compartida.
Ligero de equipaje,
te sigo Jesús.
En mi mochila,
tu alegría
y un pan para una
eucaristía.
Señor,
haznos libres para poder ir en pos de ti y seguirte.
Comunícanos el don del desprendimiento
de las cosas de la tierra
y enséñanos a valorar las riquezas de los bienes
que nos esperan en la vida eterna.
Amén.
Señor,
haznos libres para poder ir en pos de ti y seguirte.
Comunícanos el don del desprendimiento
de las cosas de la tierra
y enséñanos a valorar las riquezas de los bienes
que nos esperan en la vida eterna.
Amén.
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