Alégrate

 


"Surgió un hombre enviado por Dios, 
que se llamaba Juan: 
venía para dar testimonio de la luz." 
 (Jn 1, 6-7 .19-28)


Hoy domingo Gaudete continuamos recorriendo el Adviento con la invitación del a ser profetas de la alegría, a ser como Juan Bautista testigos de la luz con humildad...

 La figura de Juan Bautista nos habla de la necesidad de acrecentar la profecía en nuestros días. Hacen falta personas que abran caminos al Señor en el desierto de nuestro mundo.

La historia no es un Via crucis sino un Via lucis, un camino hacia la luz. Por eso vale más encender una lámpara que maldecir la noche. "Estad siempre alegres" (1 Tes 5, 16).

 

“¿Tú quién eres?”. Es la pregunta a Juan y a cada uno de nosotros. En la respuesta nos jugamos el sentido de la vida. Según nos definimos así vivimos. Orientados hacia Dios o creyéndonos lo que no somos. Allanemos caminos. Conozcamos a Quien viene.

En el Adviento se responde buscando, estando alertas y vigilantes, preparando el Encuentro. Responder es ponerse en camino y confiar en aquel que te ha dado una misión. Vivir la vida como respuesta es creer en Alguien que te llama, que tiene una misión para ti. En el Adviento estamos preparando la respuesta: "eres Tú, Señor, el que naces, el que vienes, a quien esperamos, al que vamos a seguir y amar".

Cada uno de nosotros, con el servicio, la coherencia, la humildad, con el testimonio de vida -siempre con la gracia de Dios- puede ser una lámpara que brilla y ayudar a los demás a encontrar el camino para encontrarse con Jesús.

RESPONDERTE

Tú…
Me llamas y quiero responderte.
Me envías y salgo corriendo.
Me acoges y me encantan tus brazos
Me susurras la Palabra y me lleno de Ti.
Me abres el corazón y me siento querido.
Me enseñas y te sigo.
Me propones, lo pienso, te contesto y caminamos juntos.
Me preguntas e intento responderte con la vida.
Me guías y siento que tu luz es mi luz.
Me agitas y te siento a mi lado en la tormenta.
Me perdonas y me siento querido por Ti.
Me eliges y me lleno de compromiso.
Me das vida y quiero dar la mía.
Tú…eres mi compañero, mi amigo, mi Padre.

(David Oliver, carmelita)

Somos llamados a gritar hoy entre la multitud que Cristo viene a salvarnos. Que viene a darnos luz en medio de la oscuridad. Por encima del ruido y las murmuraciones... ¡alza tu voz!

El Espíritu nos impulsa a preparar el camino, de Jesús que viene a nuestro encuentro. Nos invita a ser instrumentos de sanación, reconciliación, liberación.

Compás de espera

No desesperéis,
viandantes,
soñadores,
ingenieros
de caminos nuevos.
¡Es verdad!
La noche se adentra
y sólo se rezan responsos
de muerte a la vida,
al amor, a la equidad,
en un mundo
ciego y sordo
a todo lo que no sea
«la misma dirección»,
«el mismo rumbo».

Pero, ¡Es Adviento!
y Dios viene
como fuego
para incitar
toda inquietud,
unir su voluntad a la vuestra,
y como viento huracanado
ir derribando a cada paso
una frontera, una valla,
un inamovible obstáculo.

No os aflijáis más
los que tenéis
vedada la esperanza
en el calendario
de un día tras otro
sin mañana,
los náufragos de la desdicha,
los de la mirada extraviada
al perder todo lo que creíais vuestro.

Sabed que
vuestra postración
provoca náuseas,
sin parar, en Dios.
Y tiene prisa
el que quiere
venir a vuestra carne,
y en el poder revelador
de un sueño,
por boca de su ángel,
musitaros: ¡Alégrate!
¡Levántate! ¡Sígueme!


(Seve Lázaro, sj)

 


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