Atención

 


"Elías ya ha venido, y no lo reconocieron". (Mt 17, 10-13).

Adviento: tiempo gozoso, contemplación anticipada del plan de Dios plenamente realizado (el niño jugando tranquilamente con la víbora, arados y podaderas en vez de espadas y lanzas, ¡hermoso…!); pero también una llamada enérgica a captar la seriedad del momento, a la fortaleza y decisión: nos toca esperar de Dios y nos toca hacer…

“Esta es la «pedagogía» que Jesús usa para preparar los corazones de la gente, para entender este Misterio de Dios. Es tanto el amor de Dios, es tan feo el pecado, que Él nos salva así: con esta identidad en la cruz. No se puede entender Jesucristo Redentor sin la cruz: ¡no se puede entender! Podemos llegar hasta pensar que es un gran profeta, hace cosas buenas, es un santo. Pero el Cristo Redentor sin la cruz no se puede entender. Pero los corazones de los discípulos, los corazones de la gente, no estaban preparados para entenderlo. No habían entendido las Profecías, no habían entendido que Él era precisamente el Cordero para el sacrificio. No estaban preparados” (Papa Francisco)


"Elías ya ha venido y no lo reconocieron".
Ya han venido a nuestra tierra todos los grandes profetas y maestros. No faltan mensajes, ni revelaciones, ni milagros, lo que falta es que vivamos algo de lo que nos enseñan. Es tiempo de vivir, es tiempo de ser. No de aparentar o de autopromoción. La gran preparación para la Navidad es la desnudez, es el vacío, es la ausencia. La abundancia nos ciega, elijamos para este tiempo la pobreza y la sencillez.

Ojalá arda fuego dentro de nosotros, como en Elías y Juan el Bautista, el fuego del Espíritu Santo que nos mueva a amar  y a servir sin medida.

Jesucristo, Palabra del Padre

 
–Jesucristo, Palabra del Padre,
Luz eterna de todo creyente:
Ven y escucha la súplica ardiente,
Ven, Señor, porque ya se hace tarde.
–Cuando el mundo dormía en tinieblas,
En tu amor tú quisiste ayudarlo
Y trajiste, viniendo a la tierra,
esa vida que puede salvarlo.
–Ya madura la historia en promesas,
Sólo anhela tu pronto regreso;
Si el silencio madura la espera,
El amor no soporta el silencio.
–Con María, la Iglesia te aguarda
Con anhelos de esposa y de madre
Y reúne a sus hijos fieles,
Para juntos poder esperarte.
–Cuando vengas, Señor, en tu gloria,
Que podamos salir a tu encuentro
Y a tu lado vivamos por siempre,
Dando gracias al Padre en el reino. Amén


Atención, que Jesús está llegando, ¡no sea que no le reconozcas!
Cuando tenemos los ojos cerrados a la verdad del otro ocurren desastres. Ponemos etiquetas. Tratamos a nuestro antojo a las personas. Sin respetar, sin escuchar desde el fondo. Hacemos padecer. Acaso sin agresión, no más con el desdén y el látigo de la indiferencia. Cuando no se consigue ver al otro tal como es, en su identidad y su diferencia, la gente sufre. Y nos perdemos lo mejor. Los matices del milagro que es cada persona. Las inmensas posibilidades de crecimiento, el caudal de bondad y de bien latente en todos. Navidad es abrir los ojos y honrar la encarnación de Dios en los hombres y mujeres, real y palpable; pero reconocible por la sensibilidad y con la delicadeza de la fe. Atención pues.


¡Cómo me gustaría darle la vuelta a las cosas!
Renovar relaciones
que se cansan y se enfrían.
Retomar encuentros
que solo dejaron huecos.
Reemprender caminos
olvidados sin sentido.
Restaurar proyectos
rotos por la ira.
Reabrir las puertas
del corazón sediento de calor.
Resurgir propuestas
que nunca debieron olvidarse
Reencontrar nombres
olvidados por la lejanía.
Respirar aires nuevos
donde nos mueva la vida compartida.
Renombrar amistades
donde sólo sea la verdad lo que nos una.

¡Sé que sólo es contigo en medio
como se puede!


(David Oliver, carmelita) 



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