Gran regalo

 


"El niño, por su parte, iba creciendo y robusteciéndose, lleno de sabiduría; 
y la gracia de Dios estaba con él".
 (Lc2,22-40).

Hoy en este Domingo celebramos la fiesta de la Sagrada Familia.

Dios nos ha salvado habitando entre nosotros: ha vivido en una familia, en una vida hecha de cotidianidad. No ha evitado las dificultades; al contrario, al elegir una familia "experimentada en el sufrimiento", dice a nuestras familias: "¡No están solos!".

Mirar a Jesús, a María y a José… y saber que el amor siempre puede más. Mirar a la vida como la Sagrada Familia… una familia que vive unida en el amor y la oración.

Son tiempos en los que urge inspirarnos en la unidad y armonía de la Sagrada Familia, y pedirle, que proteja nuestros hogares de todo mal.


Jesús, María y José son una familia
. En el evangelio de hoy van al templo juntos, hay una tradición que cumplir, un rito que celebrar. Los padres de Jesús lo llevan a Jerusalén. Van a cumplir con la ley del Señor. La familia de Nazaret no se distancia de las normas, de lo que prescribe la ley. Vive plenamente integrada en la sociedad judía del momento. Llevados por la gracia de Dios. Jesús crece con ellos en sabiduría, 'robusteciéndose'. 'La gracia de Dios lo acompañaba' y se hacía presente en el amor de José y María con Él, en los cuidados, en las propuestas... con ellos aprendió a rezar, escuchó hablar de Dios, a ellos les hizo las primeras preguntas, con ellos se sentía tranquilo, acogido, en paz, confiado. María le habló de Dios, a José le llamó papá... Todos necesitamos una familia, todos formamos familia, todos hacemos familia.


Que gran regalo es la familia. Hoy pedimos por nuestras "sagradas familias", las que nos han posibilitado ser quienes somos. Nos ha regalado el ser, el crecer, el hacernos fuertes, el aprender lo que merece la pena, a distinguir lo esencial de lo relativo. Cada familia es un mundo diferente. Pero en todas ellas ha sido el amor el vínculo que nos ha unido. También en ellas hemos aprendido a llorar, a sufrir, a perdonarnos. Gracias Señor por cada familia que nos ha enseñado cómo eres tú.

En familia

Donde nos conocemos a fondo,
y nos queremos como mejor sabemos.
Donde la casa es historia, hogar y memoria,
y la puerta está abierta.
Donde se dicen las cosas más claras.
Donde tienes tu raíz y tu entraña,
donde te quitas el maquillaje
y te pones las zapatillas.

Pero también donde nos tenemos
sin apresarnos,
que habrá que volar del nido
un día.
Donde no siempre pensamos igual,
creemos de distintos modos,
y soñamos sueños diferentes
porque es la misma sangre
pero varios corazones.

Donde a veces hay silencios difíciles,
palabras pendientes,
donde el amor es asimétrico,
porque hay quien da todo
y hay quien exige de más
y agradece de menos.
En familia, en nuestra carne y nuestra vida,
tan humana,
quiso nacer todo un Dios.


(José María R. Olaizola, sj)


 

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