Felicidades
Hoy celebramos el nacimiento de María nuestra madre. Es su cumpleaños. Igual que celebramos el cumpleaños de las personas a las que queremos, celebrar la vida de María es alegrarnos con ella. La que nos enseña a decirle Sí a Dios cada día. María la que nos enseña a ver la necesidad de los demás. La que activa la generosidad y la entrega. Alegrémonos de tener una madre que siempre prioriza el amor.
"Ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo". El milagro de la vida se agranda cuando Dios mismo elige hacerse hombre al modo humano, por la concepción y embarazo de una mujer, y al mismo tiempo, por la insólita intervención del Espíritu Santo. Lo natural y lo sobrenatural se unen en el acontecimiento más grandioso y sublime
«Mirad: la virgen concebirá y dará a luz un hijo» El principio de todo: Dios se hace hombre y habita entre nosotros mostrando la misericordia que el Padre nos tiene y poder ver el rostro de Dios en nuestra vida. No es un acto de sacrificio divino sino de entrega generosa.
María una mujer como nosotros, elegida por Dios. Mujer, Madre, enamorada,... libre y con un proyecto de vida en Dios. Su vida se llena de Dios, le deja sitio junto a su esposo para construir juntos una vida en común, una familia. Celebrar su nacimiento es celebrar que es mujer como nosotros, que Dios tenía un plan para ella como lo tiene para nosotros, que como nosotros es capaz de responder y lo hace. Ella se deja hacer por Dios para que la historia, de la que ella es parte, se convierta en Historia de la Salvación.
Agradezcamos al Señor de la vida y de la historia sus designios de amor y su fidelidad a su proyecto de salvación que sigue avanzando misteriosamente de generación en generación entre infidelidades y miseria, pero también gracias al sí de María, del que nació el hombre nuevo, la clave que permite entender la historia de la salvación.
Felicidades, Madre, porque un día, un mes, en un lugar, de unos padres... naciste como cualquiera de nosotros y sin embargo de Ti nacería el Salvador del mundo. Felicidades porque tu vida fue un Sí a la voluntad de Dios.
El Verbo quiso de mí
Para no ser sólo Dios,
el Verbo quiso de mí
la carne que hace al Hombre.
Y yo le dije que sí,
para no ser sólo niña.
Para no ser sólo vida,
el Verbo quiso de mí
la carne que me hace a la Muerte.
Y yo le dije que sí
para no ser sólo madre.
Y para ser Vida Eterna
el Verbo quiso de mí
la carne que resucita.
Y yo le dije que sí
para no ser sólo tiempo.
(Pedro Casaldáliga)
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