Únicos para Dios




«Habrá más alegría en el cielo 
por un solo pecador 
que se convierta» 
(Lc 15, 1-10)

Y es que Él me ama siempre... y cuando me pierdo me busca y cura mis heridas y me lleva sobre sus hombros y me sienta a su mesa.

Así es el corazón de Jesús y el del Padre.

Para ellos hasta el último de nosotros es importantísimo.
Cada uno de nosotros somos únicos para Dios


Ven, Jesús, a buscarme,
busca a la oveja perdida.
Ven, pastor, deja las noventa y nueve
y busca la que se ha perdido.
Ven hacia mí, estoy lejos,
me amenaza la batida de los lobos.
Búscame, encuéntrame, acógeme, llévame;
puedes encontrar al que buscas,
tomarlo en brazos y llevarlo.
Ven y llévame sobre tus huellas,
ven tú mismo.
Habrá liberación en la tierra
y alegría en el cielo.
san Ambrosio de Milán


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