Orar con perseverancia



«Dios, 
¿no hará justicia a sus elegidos que claman ante él día y noche?; ¿o les dará largas? 
Os digo que les hará justicia 
sin tardar» 
(Lc 18, 2 – 8).


Pedir insistentemente sin esperar resultados, confiando en que Dios tiene sus tiempos, y busca los momentos en que estamos preparados, para acoger su acción y darle gracias.

Persevera en la oración, como aconseja el Maestro. Este punto de partida será el origen de tu paz, de tu alegría, de tu serenidad y, por tanto, de tu eficacia sobrenatural y humana.



Él nos ha hecho justicia contra nuestro adversario, destruyendo en la cruz el poder del pecado y de la muerte.





¡Volvamos a Él nuestra mirada e invoquemos cada día su amor y su misericordia!

Señor Dios nuestro:
Sabemos que eres nuestro Padre,
que nos esperas, y que estás atento a nosotros
en cada momento de nuestras vidas.
Que nuestra oración te llegue hoy a ti
como un aliento de esperanza y un grito de confianza
que brotan de la pobreza de nuestros corazones.
Y si alguna vez tienes que denegar nuestra plegaria
cuando pedimos cosas inconvenientes o inútiles,
danos lo que realmente necesitamos
y guarda viva nuestra confianza
de que tú eres bueno y cariñoso con nosotros
ya que nos amas en Jesucristo tu Hijo, nuestro Señor.
Amén. 


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