¿Qué quieres que haga por ti?



«¡Jesús, hijo de David, 
ten compasión de mí!» 
(Lc 18, 35-43)

Con la curación de este ciego en las cercanías de Jericó Jesús realiza el cumplimiento de lo que había anunciado en la sinagoga de Nazaret:
“El Espíritu del Señor está sobre mi porque me ha ungido para… dar la vista a los ciegos”.

Es necesario limpiar nuestros ojos de egoísmo, soberbia, avaricia, y miseria, para tener una mirada transparente, apasionada, misericordiosa y desbordante de ternura

El encuentro personal con Él cambia para siempre la vida si nos dejamos hacer por Él.


Es la fe en algo nuevo, es reconocerle como Señor, es dejar el borde del camino, es desear sin miedo la luz, es iniciar un camino nuevo a su lado...


El Señor viene a nuestro encuentro y pasa a nuestro lado.
Invoquemos con humildad su misericordia y contemplaremos sus maravillas.

Cuando duele de verdad algo, el hombre grita y Dios lo escucha. Eso es lo que acontece en este encuentro entre el ciego y Jesús.
Jesús percibe el coraje del ciego; su desear ver cada días más y mejor, es consciente de que le duele su ceguera, y está harto de tanto ver sin ver; con su grito expresa su lucha por salir de sus oscuridades:
¡Ten compasión de mi!
Y el Señor, le hace huir de la desesperación y le hace ver el mundo con una mirada distinta, la del amor y la misericordia.
Ten confianza en el Señor y Él nos dará a vivir su salvación.
¡Dejémonos deslumbrar hoy por su misericordia!

Quiero seguirte, Señor
A pesar de las incomprensiones de los demás.
A pesar de mis momentos débiles.
A pesar de las horas de cansancio.
Quiero ser dichoso con los que te siguen
con corazón sencillo.
Con los pobres que sienten necesidad de Ti.
Con los que sufren en su caminar por la vida.
Con los que trabajan por implantar la justicia.
Con los de corazón puro.
Con los que llevan consigo la paz y la transmiten
Quiero seguirte Señor…





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