Cree
Si tuvierais fe
como un granito de mostaza
Lc
17, 1-6
Perdonar al
hermano: curar heridas, borrar ofensas, construir nuevos caminos, empezar de
nuevo, caminar juntos, emprender proyectos... vivir la fraternidad.
Perdonar, es
llevar a otros lo que Dios hace con nosotros siempre .... perdonar nuestras
ofensas, por muy graves que sean.
"Señor, auméntanos la fe"
Que esta sea
nuestra humilde plegaria porque sabemos que para vivir el perdón y la misericordia
necesitamos de un poco de fe para construir una verdadera fraternidad entre los
hombres nuestros hermanos.
Porque hemos ya
experimentado lo importante que es la fe, no nos resignamos ante la fragilidad
de nuestros pobres resultados por cambiar la faz del mundo.
Para volver una
y otra vez a emprender la tarea, a pesar de tantos fracasos que nos duelen y de
tantos abandonos que nos avergüenzan.
Que nuestros
labios no se cansen de pedir todos los días, a cada momento "esa pizca de
fe" que nos mantenga en lucha para afrontar nuestra vida con la serena
certeza de que contamos con la presencia, la compañía del amor y de la
misericordia de Dios.
Confía.
Cree.
Sé amigo,
pequeño.
Sirve.
Ama
La gracia de
Dios, su Espíritu en nosotros, nos permite realizar lo que por nuestras solas
fuerzas es imposible, perdonar y amar como Él nos perdona y nos ama.
¡Señor, aumenta nuestra fe!
Si tuviésemos un poco de fe,
desearíamos arrodillarnos ante nuestra jornada cristiana.
Estamos cargados de una energía
que no es proporcional a las medidas del mundo:
la fe que mueve montañas, la esperanza que niega lo imposible
y la caridad que hace arder la tierra.
Cada minuto de la jornada,
estemos donde estemos y hagamos lo que hagamos,
permite a Cristo vivir en nosotros entre los hombres.
Entonces ya no se trata de evaluar la eficacia de nuestro tiempo;
asumimos humildemente la dimensión de la voluntad de Dios.
desearíamos arrodillarnos ante nuestra jornada cristiana.
Estamos cargados de una energía
que no es proporcional a las medidas del mundo:
la fe que mueve montañas, la esperanza que niega lo imposible
y la caridad que hace arder la tierra.
Cada minuto de la jornada,
estemos donde estemos y hagamos lo que hagamos,
permite a Cristo vivir en nosotros entre los hombres.
Entonces ya no se trata de evaluar la eficacia de nuestro tiempo;
asumimos humildemente la dimensión de la voluntad de Dios.
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