¡Al que más se le da, más se le exigirá!



“Estad preparados, 
porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre” 
(Lc 12,40)

Esperar la venida del Señor exige una vigilancia activa; estar atento a las responsabilidades del tiempo presente. 
Jesús, que no viene a juzgar sino a servir, te invita a mantenerte despierto preparado en actitud de servicio.

Mi fuerza y mi esperanza eres Tú, Señor, en Ti confío, no temo.
Mi gozo y mi descanso está en Ti, Señor.
Tu Amor despierta las fibras de mi amor para servir.       



El  Evangelio  nos plantea un gran interrogante:
¿Soy un siervo fiel?
¿Qué me has dado y cómo administrarlo siendo fiel a Tu propuesta?
¿Respondo bien a los dones que se me han regalado?
Porque cada uno hemos recibido una misión, y esto lleva consigo una responsabilidad.
¡Al que más se le da, más se le exigirá!
! Piénsalo!

Jesús nos da el Amor de Dios y nos pide que lo pongamos al servicio del otro.
Vive con intensidad, multiplicando ese Amor y si has recibido mucho date mucho.
No hay privilegios ni exenciones.
El primero, que sea el último y que ame sin límites...

Somos responsables del cuidado de las personas que nos rodean y de las tareas que nos ha tocado desarrollar para conseguir una sociedad más humana.

La bendita 'Chef del Cielo', siempre en ropa de faena para servir, nos mira, a nosotros criados de la Casa Común, para recordarnos continuamente la voluntad de nuestro Señor: se nos ha dado mucho, la filiación y la fraternidad, respondamos responsablemente.

Si no tienes nada que ofrecer al Señor, María te dará trabajo


Hoy celebramos la memoria de un hombre que centró toda su existencia en la llegada de Jesucristo a su vida y en el deseo de que esta riqueza llegue, también, a la vida de sus hermanos y hermanas de todo el mundo: San Antonio María Claret.

Si tuviese que sintetizar toda la vida de este gran apóstol del siglo XIX en pocas palabras, elegiría la oración que rezaba en cada misión que emprendía :
“Señor y Padre mío, que te conozca y te haga conocer, que te ame y te haga amar, que te sirva y te haga servir, que te alabe y te haga alabar por todas tus criaturas”.
Como ven, esta oración expresa la hondura de una vida totalmente centrada en la acogida de la sorpresa de Dios que se conoce, se ama, se sirve y se alaba cada día, y en el deseo de que esa riqueza llegue a todos los demás.
Cuando un cristiano se toma en serio la llegada de Dios a su vida, inmediatamente se convierte en un apóstol que busca por todos los medios posibles que Dios sea conocido, amado, servido y alabado.
Él decía:  "mi alma y mi cuerpo son como las dos puntas de un compás, y que mi alma, como una punta, está fija en Jesús, que es mi centro, y que mi cuerpo, como la otra punta del compás, está describiendo el círculo de mis atribuciones y obligaciones con toda perfección"

Termino recordando la respuesta que el Padre Claret dio a una persona admirada de su inmensa capacidad de trabajo apostólico, quien le preguntó: “¿cómo es posible que pueda hacer tanto? 
El Padre Claret le respondió: 
“Enamoraos de Jesucristo y del prójimo y haréis cosas mayores”.
Allí está el desafío: estar vigilantes para acoger ese amor que es capaz de centrarnos, enamorarnos y comprometernos de lleno en la construcción del Reino de Dios.

Cristo, riqueza insondable; Misterio, escondido en Dios desde el principio de los siglos; Sabiduría de Dios.
Por Él tenemos libre y confiado acceso al Padre.
A Él la alabanza, el honor y la gloria por siempre.


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