¿Vienes conmigo?




“Venían a oírlo y a que los curara 
de sus enfermedades” 
(Lc 6,18)

San Pablo les dice a los corintios:
Si hay dificultades y discordias en la comunidad, éstas deben resolverse en la misma comunidad.
¿Acaso no deben ser las comunidades cristianas “un solo corazón y una sola alma”?

¿Quién es capaz de "sufrir una injusticia, de dejarse robar" por no pleitear con un hermano? 
¿Quién tiene mansedumbre, humildad y misericordia para no responder con violencia a la violencia?
Jesucristo, que habita en nuestros corazones y nos pacífica.

Jesús es amigo, maestro, es agua viva, es la luz del mundo, es el resucitado, es el pan que nutre, es la Palabra, es el buen pastor y la puerta, es el camino, la verdad, es dador de vida, es perdón, reconciliación y misericordia, es el Hijo amado, es el Señor, es el Cristo.

En los momentos más decisivos de tu vida es indispensable la oración

¿Qué caminos tomar, qué decisiones hacer, cómo obrar, qué rechazar?
Nuestro corazón necesita hablar con Dios de esto.
Si Jesús mismo lo hizo
¿Por qué nosotros también no haríamos lo mismo?

Si no dejamos a un lado la lógica del mundo, es difícil que podamos entrar en la dinámica del Espíritu.
Ser dócil a su voz, confiar, dejarnos llevar por el impulso de quien nos sondea, nos conoce y nos ama.



Les hizo una pregunta, ¿vienes conmigo?
Y ellos dijeron que SI.




Pedro, Andrés, Santiago, Juan, Mateo, Tomás, Simón Celotes, Judas Iscariote...
Hermanos, amigos, traidores, pescadores, guerrilleros, apasionados, generosos, tacaños...
La diversidad en la vida y la Iglesia.
Cada uno de su padre y su madre, pero todos a una.

¿De qué sirve una religión que entretiene, pero que no da respuestas a las preguntas hondas ni cura las dolencias del corazón?
El encuentro con Jesús siempre es novedoso, siempre cura. 
Haz tú también hoy el camino de la gente. 
Vete a Jesús. 
Dile que te cure.

Lo que tocas, Jesús, lo llenas de vida.
 Cuando me acerco a ti, Jesús, me llenas de vida y de alegría.
Gracias, Jesús.

Jesús: Tú eres siempre una sorpresa,
eres el amigo que se encuentra sin esperarlo
Y yo te he encontrado.
No esperaba conocerte tan de cerca.
Pero llegaste, como a la Samaritana,
y me has dicho: "Dame de beber".
Como a Zaqueo, elevaste los ojos
hasta el árbol en que estaba,
y me dijiste: 
"Baja, que quiero hospedarme en tu casa".
Sabes que te necesito,
y llegas sin que te llame.
Permíteme acompañarte en el camino.
Tú me conoces y sabes lo que quiero,
lo mismo mis proyectos que mis debilidades.
No puedo ocultarte nada, Jesús.
Quisiera dejar de pensar en mí,
y dedicarte todo mi tiempo.
Quisiera entregarme por entero a ti.
Quisiera seguirte a donde quiera que vayas.
Pero ni esto me atrevo a decirte,
porque soy débil.
Esto lo sabes mejor que yo.
Sabes de qué barro estoy hecho,
tan frágil e inconstante.
Por eso mismo te necesito aún más,
para que tu me guíes sin cesar,
para que seas mi apoyo y mi descanso.
¡Gracias por tu amistad, Jesús!



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