¡Seamos luz!
“Nadie enciende un candil y lo tapa” (Lc 8,16)
Jesús es tu luz y es la luz del mundo.
Pero, ¿qué hacer para que esa luz cruce el abismo y
llegue a tu corazón?
Y ¿cómo hacer para que te apropies de las verdades
profundas?
Tu vida es un candil en medio de la casa.
Los que vienen necesitan tu luz para no tropezar.
No es suficiente ser luz.
Hay que ser luz para los demás.
No es suficiente ser luz para los demás.
Hay que serlo desde el ámbito apropiado.
Ilumíname, Señor, con tu Espíritu.
Y déjame sentir el fuego de tu amor en mi corazón.
- Señor, que guiados en tu luz demos fruto.
El Evangelio no
es para esconderlo en los archivos de las bibliotecas.
El Evangelio es para llevarlo con nosotros en el bolsillo.
Y tener la misma valentía de sacarlo, como cuando sacamos nuestra billetera o nuestra “tarjeta de crédito”.
No por nosotros.
Sino para que “los que entran tengan luz”.
No por nuestra vanidad.
Sino para que “los que andan a oscuras puedan ver”.
El Evangelio es para llevarlo con nosotros en el bolsillo.
Y tener la misma valentía de sacarlo, como cuando sacamos nuestra billetera o nuestra “tarjeta de crédito”.
No por nosotros.
Sino para que “los que entran tengan luz”.
No por nuestra vanidad.
Sino para que “los que andan a oscuras puedan ver”.
Dejarse
iluminar, ser luz...
En medio de la
oscuridad siempre viene bien algo que nos ayude a encontrar el rumbo.
En mi bautismo
encendiste en mí la luz de la fe, no para uso individual, sino para que quienes
pongas en mi camino "tengan luz", te conozcan y te sigan.
Amar.
Estar
atento y disponible para ayudar, cuidar y servir.
Entregarse cada día, en lo cotidiano, lo
pequeño.
Ser testigos del
amor de Dios que es para todos.
Olvidarse de sí
y poner la mirada y el corazón en el otro.
Mantén la
esperanza.
No dejes de
soñar con un mundo de justicia y equidad.
Que con el
empeño y la colaboración de todos, hagamos brotar la justicia, la solidaridad,
la fraternidad y la fe.
Luz para no
perderse, para no tener miedo, para no tropezar, para reconocer al otro...
Una Luz que guía
en las noches, que llena de esperanza los túneles de nuestros días...
Debemos dejarnos
iluminar por quién dijo:
"Yo soy la
Luz del mundo"
Jesús nos habla
de la necesidad de iluminar y de la necesidad de encender la lámpara.
El discípulo no
alumbra con su propia luz, sino con la única luz que viene de Cristo.
Por eso cada día
necesitamos encender nuestra lámpara con la luz de Cristo, con su Palabra.
Es su luz y no
la mía la que ilumina al mundo.
Hay que iluminar pero no sólo de palabra sino con la vida.
Hay que iluminar pero no sólo de palabra sino con la vida.
Iluminamos cuando mi
vida refleja, lo menos lejos posible, el modo de ser, de pensar y de hablar de
Jesús.
¡Seamos luz!
¡Seamos luz!
Hoy es la fiesta
de Nuestra Señora de la Merced.
María nos enseña
a esperar en Dios incluso cuando nada parece tener sentido...
María está
puesta en lo más alto para que su Luz nos ilumine a todos.
María es la
lámpara que alto brilla en el Santuario irradiando la luz del Hijo.
Ella lo ha
recibido todo para darnos la "Merced" del Todo.
Haznos, Señor, una comunidad buena noticia:
abierta, confiada, fraterna, invadida por el gozo de tu Espíritu;
una comunidad entusiasta, que sepa cantar a la vida,
acoger el misterio, vibrar ante su tarea
y anunciar con alegría tu Reino.
Que llevemos la sonrisa en el rostro, el júbilo en las entrañas,
la fiesta en el corazón y la felicidad a flor de piel desbordándose por todos los poros.
Que no nos acobarden las dificultades -tensiones, diferencias y conflictos
¬que puedan surgir entre nosotros.
Que en nuestra pobreza y debilidad sepamos abrimos, damos y compartir
con la ilusión de quien se enriquece y se siente dichoso con lo que hace.
Da, Señor, a esta comunidad tuya una gran dosis de buen humor,
para que no deje de cantar y buscar la paz en estos tiempos de inclemencia y violencia;
para que sepa desdramatizar tantas situaciones difíciles, ambiguas y equívocas;
para que siembre el consuelo y la esperanza entre los que sufren y lloran.
Haznos expertos
en deshacer nudos y romper cadenas, en curar heridas y dar ternura,
en abrir surcos y arrojar semillas, en mostrar la verdad y defender la justicia,
y en mantener viva la esperanza.
Concédenos ser,
para todos los que nos ven y sienten, testigos de tu buena noticia,
y del gozo, la fiesta y la risa que vienen gratis con ella.
abierta, confiada, fraterna, invadida por el gozo de tu Espíritu;
una comunidad entusiasta, que sepa cantar a la vida,
acoger el misterio, vibrar ante su tarea
y anunciar con alegría tu Reino.
Que llevemos la sonrisa en el rostro, el júbilo en las entrañas,
la fiesta en el corazón y la felicidad a flor de piel desbordándose por todos los poros.
Que no nos acobarden las dificultades -tensiones, diferencias y conflictos
¬que puedan surgir entre nosotros.
Que en nuestra pobreza y debilidad sepamos abrimos, damos y compartir
con la ilusión de quien se enriquece y se siente dichoso con lo que hace.
Da, Señor, a esta comunidad tuya una gran dosis de buen humor,
para que no deje de cantar y buscar la paz en estos tiempos de inclemencia y violencia;
para que sepa desdramatizar tantas situaciones difíciles, ambiguas y equívocas;
para que siembre el consuelo y la esperanza entre los que sufren y lloran.
Haznos expertos
en deshacer nudos y romper cadenas, en curar heridas y dar ternura,
en abrir surcos y arrojar semillas, en mostrar la verdad y defender la justicia,
y en mantener viva la esperanza.
Concédenos ser,
para todos los que nos ven y sienten, testigos de tu buena noticia,
y del gozo, la fiesta y la risa que vienen gratis con ella.
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