Jesús reina desde la Cruz
"Tanto amó Dios al mundo
que entregó a su Hijo
único"
(Jn 3,16)
En el madero de la cruz están escritos nuestros nombres.
Él dio la vida por ti y por mí.
Hoy, fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz.
Dos trozos de madera hechos para matar de los que salió la
vida para el mundo, dos palos secos de los que brotó la flor del amor, dos
leños sin valor que mataron la muerte
¿Un rey en un patíbulo?
Extraña realeza.
Y sin embargo esta es la realidad.
Jesús reina desde la cruz.
Él atrae a todos desde la cruz.
El propio Pilatos, gobernador romano en Palestina, dijo a
los sumos sacerdotes:
“Aquí tenéis a vuestro rey” (Jn 19, 13).
"Tanto amó Dios al mundo que envió a su Hijo
único..."
¡Qué enorme misterio!
La encarnación del
hijo de Dios, su pasión muerte y resurrección... ¡todo por el amor que Dios nos
tiene!
La Cruz sólo se sostiene por el Amor.
Dios nos ama, nos ama de verdad, y ¡nos ama mucho!
Esta es la expresión más sencilla que resume todo el
Evangelio, toda la fe, toda la teología:
Dios nos ama con amor gratuito y sin límites. (Francisco)
Dios es puro amor.
Es una fuente de vida, un manantial inagotable.
Jesús, en la cruz, es la fonte que mana y corre.
La cruz de Jesús es la máxima expresión de amor.
Ponte ante Jesús crucificado y mira detenidamente el
amor.
Pon tu corazón junto a la cruz de Jesús y bebe
abundantemente de su amor.
Abro mis manos para acoger tu amor.
Amo a mis hermanos para agradecer tu amor.
Carguemos con la Cruz Gloriosa del Señor Resucitado que está
hecha de nuestras dolorosas y diarias cruces.
Todas ellas forman una sola Cruz en la que se hace realidad
el 'tanto amó Dios al mundo...'
¡Sembremos sin miedos la Cruz Salvadora!
¡Tiempos de entrega!
Aceptar la propia cruz, amar la Cruz de Cristo no está
reñido con trabajar por la dignidad de todo ser humano, por un mundo más justo;
por liberar o aliviar a tantas personas que llevan pesadas cruces: la del
hambre, la de la enfermedad, la soledad, la guerra, la violencia...
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