Vivir en la verdad
“Mandó decapitar a
Juan en la cárcel”
(Mt 14,10)
El profeta Juan había inquietado a Herodes.
Juan, el profeta, es valiente para la denuncia.
No ha dejado que en sus labios se asome la adulación y la
mentira.
Jesús también le inquieta, porque buena parte del pueblo
lo considera un profeta.
El Evangelio, recibido por los pobres y sencillos como
buena noticia, es visto como amenaza por los poderosos.
La noticia de la muerte del Bautista, comunicada a Jesús,
fue seguramente recibida como una confirmación del riesgo que corría: su
respuesta será dedicarse más intensamente a la formación de los discípulos.
Jesús recoge el testigo de todos los mártires de la
historia.
- Acompaña, Señor,
con tu fortaleza, a cuantos son perseguidos por su fe.
Y haznos
solidarios con ellos.
Seguro que no te es fácil, pero intenta decir la verdad.
Hablo con mis hermanos lenguajes tibios.
Escondo tu verdad, tu profecía.
Sana mi cobardía, Señor.
Callar, cuando hay que hablar, es complicidad.
Callar, cuando hay que hablar, es cobardía.
Callar, cuando hay que hablar, es negar el Evangelio.
Callar, cuando hay que hablar, es huir de la cruz.
Callar, cuando hay que hablar, es cobardía.
Callar, cuando hay que hablar, es negar el Evangelio.
Callar, cuando hay que hablar, es huir de la cruz.
Señor, dame la gracia de vivir en la verdad, anunciar la
verdad, por más que me quede solo, porque siempre tú estarás conmigo, por más
que me gane enemigos, porque tú seguirás siendo mi amigo.
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