Abrir el corazón
“Al que tiene
se le dará y tendrá de sobra”
(Mt 13,12).
Cada parábola quiere estimularnos a abrir el corazón y
acoger todo lo que Dios desea comunicarnos.
A los que tienen esta disposición, Dios les concede
comprender y vivir cada vez más según los criterios del Reino.
En cambio, los que se cierran a él, cada vez se alejan
más y acaban perdiendo el interés inicial que quizás tenían.
Todas las
parábolas de Jesús son una llamada a abrir el corazón para descubrir y entender
el significado de su mensaje y su persona.
- Haz, Señor, que, como María,
podamos sentir la felicidad de acoger tu
palabra.
En el regazo de la
Virgen queremos escuchar una y otra vez
las palabras de su Hijo, sus enseñanzas, e irlas absorbiendo poco a poco, para
hacerlas vida.
María es nuestra gran intérprete que nos
enseña a leer las Escrituras y nos ayuda a entenderlas.
Dios se hace torrente para quien se hace capacidad.
El gozo de Dios es que todo ser humano viva en plenitud.
Pon tus dones en una mesa común para que todos puedan
beneficiarse.
El manantial de Dios que hay en tu corazón nunca se
agotará.
¿Quién más amigo
de dar,
que tú, Señor, si tienes a quién?
Abre mi corazón a
tus dones.
Señor:
Dame ojos que puedan verte cada día.
Dame oídos que puedan escucharte cada día.
Que mis oídos puedan escuchar lo que muchos quisieran escuchar y no escuchan.
Que mis ojos puedan ver lo que muchos quisieran ver y no ven.
Porque verte a ti es también un don y una gracia.
Y no quiero pasar por la vida sin escuchar tu voz.
Ni quiero pasar por la vida sin que mis ojos te hayan visto.
Dame ojos que puedan verte cada día.
Dame oídos que puedan escucharte cada día.
Que mis oídos puedan escuchar lo que muchos quisieran escuchar y no escuchan.
Que mis ojos puedan ver lo que muchos quisieran ver y no ven.
Porque verte a ti es también un don y una gracia.
Y no quiero pasar por la vida sin escuchar tu voz.
Ni quiero pasar por la vida sin que mis ojos te hayan visto.
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