La puerta está abierta



“Pedid y se os dará, 
buscad y hallaréis, 
llamad y se os abrirá” 
(Lc 11, 9)

Jesús nos enseña a orar, a pedir a Dios con insistencia y con confianza.
Si un amigo ayuda a otro amigo, si un padre mantiene a su hijo,
 ¡Cuánto más cuidará Dios de los discípulos de Jesús, su Hijo!


"Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá; porque quien pide, recibe, quien busca, halla, y al que llama, se le abre."
Bendita Palabra, que nos saca del ego atormentado y nos ilumina, dirigiéndonos el corazón al encuentro del Padre, que escucha y acompaña.

La Palabra nos dice que no tenemos que cansarnos de pedir, de llamar, de buscar...
Pero, claro, ojo con lo que pedimos, lo que buscamos y dónde llamamos.

¿Cómo no va a dar Dios, que es Padre amoroso, cosas buenas a sus hijos?
¿Cómo no nos va a dar su Espíritu si se lo pedimos?

Dios quiere darnos, desea que hallemos, anhela abrirnos... pero ha querido necesitar de nosotros, ha querido respetar nuestra libertad.
Pidamos, busquemos, llamemos, las veces que haga falta, no quedaremos defraudados si lo hacemos con fe y confianza.

Al Señor no le importa que lo importunemos con nuestras necesidades o con las de nuestros amigos.
Él mismo nos invita a pedir, a buscar y a llamar...
Pidamos en toda ocasión, para nosotros y para los demás, el Espíritu Santo, la gracia de su amor en nosotros.


Señor Jesús, hermano, amigo y compañero,
que caminas con nosotros todos los días de nuestra vida,
te pedimos que nos envíes tu Espíritu Santo.
Que Él nos anime,
nos dé fuerza y coraje
para trabajar por la justicia y la paz.
Que nos ilumine,
para saber descubrir lo bueno,
lo verdadero, lo que favorece
y ayude a que la vida sea más digna.
Que nos dé valor,
para rechazar la mentira muchas veces disfrazada,
que atenta contra la vida, porque crea división y odio.
Que nos ayude,
a comprender lo que Tú nos enseñaste,
que todos somos hijos de un mismo Padre
y que por eso todos somos hermanos
y que las cosas y bienes que hay en el mundo, son para todos.
Que su presencia en medio nuestro,
sea visible a través de los frutos: el amor, la generosidad,
la bondad, la comprensión,
la solidaridad y la auténtica alegría.
Amén.


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