"Pedid y se
os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá"
(Mt 7, 7-11)
Hoy la Iglesia nos invita a mirar a lo alto, agradeciendo todo lo recibido, implorando el perdón y la ayuda para vivir el presente y poniendo confiadamente el futuro en las manos providentes del Padre.
El que no es agradecido es sumamente pobre. Hoy, con la Iglesia quiero darte gracias por la vida, la fe, la familia, la vocación, el pan para el cuerpo y la Eucaristía para el espíritu, por la Palabra, por María, los hermanos, la cruz y la alegría, por ti, mi Señor!
Pedir,
buscar,
llamar.
Tres palabras que definen el ser cristiano.
Pedid,
buscad,
llamad,
nos revelan nuestra naturaleza limitada.
Pero hay quien nos da, nos encuentra y nos abre para hacernos ilimitados en Él.
Nos faltan palabras y días para darle gracias.
Aunque Dios sepa todo lo que necesitamos antes de pedírselo, presentemos a Dios nuestra pobreza, la pobreza del mundo...
Cuando pedimos, reconocemos nuestra realidad, crece nuestra confianza en la bondad de Dios y, si nos conviene, Él nos da fuerza para hacer realidad nuestra petición.
Llamemos a su puerta, el Señor abrirá y facilitará el encuentro.
Sin miedo a su mirada, nos nos preocupe ir con las manos vacías.
Llamemos con el deseo del abrazo y la impaciencia de la felicidad deseada.
El Señor siempre abre.
El Señor siempre abre.
Pedid y recibiréis.
Pedir confiadamente sabiendo que no se nos va a dar nada que puedas hacernos mal.
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