Un arma infalible: la oración.
“El que cree en mí,
también él hará las obras que yo
hago,
y aún mayores…
Si me pedís algo en mi nombre, yo lo haré”
(Jn 14,12.14)
Quien me ve a mí ve al Padre... parece dar a entender que
quien vea a sus seguidores verá al Señor.
Cada uno de nosotros conoce su
incapacidad, sus puntos débiles y mil cosas más. Jesús también los conoce.
Solo
nos pide que seamos portadores de vida y alegría.
En nuestro quehacer y en
nuestra vida nos da un arma infalible: la oración.
¿Creemos que lo que pidamos
a favor de los demás se nos concederá?
¿No confiamos demasiado en nosotros
mismos?
- Señor mío y Dios mío.
- Señor mío y Dios mío.
La misión nace de una convivencia prolongada con Jesús;
la profecía nace de la amistad con Él.
Lo descubierto en la intimidad orante se
proclama en las obras de cada día.
Orar unidos a Jesús es un gran don.
Si pides
hoy algo, hazlo unido a Jesús.
Lo mismo si agradeces o intercedes, si alabas
o bendices.
Tú, por ser bautizado, tienes un sitio, una tarea y una palabra.
Vive tu vida cristiana de forma creativa.
Quien te ve a ti, Jesús, ha visto a Dios Padre.
Tus palabras son las palabras creadoras del Padre.
Tus milagros reflejan el poder salvador del Padre.
Tus lágrimas brotan de los ojos compasivos del Padre.
Tu perdón nace del corazón misericordioso del Padre.
Tu muerte en la cruz revela el amor generoso del Padre,
que no se reserva lo más querido, que se entrega del todo.
Tu resurrección es un soplo de la vida del Padre,
que renueva a cada persona y al universo entero.
Gracias, Jesús, por derribar nuestras ideas de Dios, tan cortas como nuestros miedos y deseos. Gracias por revelarnos el verdadero rostro de Dios. Gracias por salvarnos del miedo a Dios y al futuro.
Señor, transforma mis sentimientos, pensamientos y comportamientos; a fin de que, unido a ti, mi vida sea también transparencia de las palabras, la fuerza, el perdón y el amor del Padre.”
Gracias, Jesús, por derribar nuestras ideas de Dios, tan cortas como nuestros miedos y deseos. Gracias por revelarnos el verdadero rostro de Dios. Gracias por salvarnos del miedo a Dios y al futuro.
Señor, transforma mis sentimientos, pensamientos y comportamientos; a fin de que, unido a ti, mi vida sea también transparencia de las palabras, la fuerza, el perdón y el amor del Padre.”
Como dice el canto popular, hoy recordamos que el
trece de mayo la Virgen María bajó de los cielos a Cova de Iría.
Hoy es el día
en el que celebramos a la Virgen María bajo la advocación de Nuestra Señora de Fátima.
Hoy ya
hace cien años (del 13 de mayo al 13 de octubre de 1917), en que tres pastores
del pueblo de Fátima (Lucía dos Santos y sus primos Francisco y Jacinta Marto)
nos hablan de los encuentros con la Virgen.
En las diferentes apariciones,
María les invita al rezo del rosario, a la penitencia y a la paz del mundo, en
plena Primera Guerra Mundial.
El santuario que se edificó ha llegado a ser un
centro de fe y de peregrinaje de todo el mundo.
Virgen de Fátima, protege nuestra
vida entre tus brazos (Francisco).
Hoy unimos el corazón y las manos para pedir a María, Virgen
de Fátima, que nos enseñe su mismo amor de predilección hacia los pequeños y
los pobres.
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