Pedir en el nombre del Señor
"Yo os lo aseguro, si pedís algo
al Padre en mi
nombre, os lo dará"
(Jn 16,23)
acabada su estancia en el mundo, Jesús puede decir:
«Misión cumplida».
Lo dirá textualmente en la cruz:
«Todo está
cumplido».
Lo expresa ahora ante los discípulos en su despedida: «Salí
del Padre y he venido al mundo, otra vez dejo el mundo y vuelvo al
Padre».
Lo realmente hermoso es que la misión de Jesús ha sido la de
hacer el bien, y podremos decir de él: «Pasó por la vida haciendo el
bien» (He 10,38); su misión ha sido la de amar, y lo cumplió de tal modo
que podremos afirmar:
«Habiendo amado a los suyos los amó hasta el
extremo» (Jn 13,1).
Pero lo realmente asombroso es que nos traspasa a
nosotros el mismo amor de Dios que él trajo al mundo para que también
nosotros continuemos su misión de hacer el bien y de amar.
¡Qué bellos
epitafios para el final de un cristiano: «Pasó haciendo el bien», o
«Amó hasta el extremo»!
Porque Jesús ha abierto el camino para el encuentro con
el Padre, éste ya no es tierra desconocida, ni su recuerdo se oscurece en la
memoria.
Sus palabras despiertan y fortalecen la confianza en la oración de
petición al Padre.
Al decir Jesús que el Padre es amigo sorprendente de la
vida, los pobres se acercan a Él con confianza y le piden.
A tu alrededor hay
personas generosas, a las que no se les queda nada entre las manos; todo lo
dan.
Descúbrelas.
Pueden ser una presencia alentadora para tu camino.
Padre, ¡qué amigo eres de dar! Nada se te pone por delante.
Gracias.
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