«Señor, ¿a quién vamos a acudir?»
“Señor, ¿a quién vamos a acudir?
Tú tienes palabras de
vida eterna”
(Jn 6,68)
¿Cómo dar la vida en medio de tanta desprotección?
¿Cómo
invertir tiempo y energías en aquellos hombres y mujeres que no cuentan para
las grandes estructuras de poder y de decisión? Ante la perspectiva de la cruz
muchos abandonan a Jesús.
Jesús está animado por el Espíritu y tiene
capacidad para entregar la vida, para amar.
Los que están animados por el
Espíritu son capaces de entregar la vida.
De su entrega surge un mundo nuevo y
más feliz.
Repite con tus labios estas palabras de fe.
¿A quién iré, Señor?
Tus palabras no engañan.
Siempre
son de vida.
Tú tienes palabras de vida eterna
¿A quién iremos?, dice Pedro:
«¿Quién nos instruirá como tú sobre los misterios divinos?
¿Al lado de quién encontraremos algo mejor?»
Tú tienes palabras de vida eterna,
todas ellas conducen a la realidad más extraordinaria, la vida
infinita, la vida imperecedera. Estas palabras nos muestran bien que
debemos permanecer a los pies de Cristo, tomándolo por nuestro solo y
único dueño, y mantenernos constantemente junto a él.
El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, también estará mi servidor.
El camino en compañía y al lado de Cristo Salvador no se hace en un
sentido material, sino más bien por las obras de la virtud.
Los
discípulos más sabios se comprometieron firmemente a esto con todo su
corazón; con razón dicen:
¿A dónde iremos?
«Estaremos siempre contigo, cumpliremos tus mandamientos, acogeremos
tus palabras, sin recriminar nada.
No creeremos, como los ignorantes,
que tu enseñanza es dura a oír. Al contrario, diremos:
Qué dulce al paladar tu promesa: ¡más que la miel en mi boca!»
San Cirilo de Alejandría
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