Somos hijos de Dios
“APENAS
SE BAUTIZÓ JESÚS… SE ABRIERON LOS CIELOS
Y VIO QUE ELESPÍRITU DE DIOS
BAJABA COMO UNA PALOMA
Y SE POSABA SOBRE ÉL”
(Mt 3,16).
El Bautismo nos hace familia de Dios: “un solo Señor, una sola fe, un solo Bautismo, un solo Dios y Padre”; convierte a todos los bautizados en la gran familia de los hijos de Dios.
El Espíritu hace vivir a las familias con el aliento vital
de Dios, las llena de su amor y de su fuerza creadora, las envía a la humanidad
para liberar, transformar y potenciar la vida.
Con todas las familias de la
tierra nos abrimos al Espíritu.
“La alegría del amor que se vive en
las familias es también el júbilo de la Iglesia” (AL 1).
"Cuidemos a nuestras familias, verdaderos espacios
de libertad.
Cuidemos a nuestras familias, verdaderos centros de humanidad”
(Papa Francisco)
Hoy es un buen día para que pensemos en qué se nos nota que estamos
bautizados y renovemos nuestras promesas bautismales, que no son otra cosa que
la aceptación adulta, por la fe, de nuestro compromiso cristiano, fiarnos más,
disfrutar de todos y cada uno de los gestos en los que Jesús nos comparte su
confianza total en su Padre.
Amado Señor, ayúdame a esparcir tu fragancia donde quiera
que vaya...
Inunda mi alma de espíritu y vida.
Penetra y posee todo mi ser hasta tal punto que toda mi
vida solo sea una emanación de la tuya.
Brilla a través de mí, y mora en mi de tal manera
que todas las almas que entren en contacto conmigo puedan
sentir tu presencia en mi alma.
Haz que me miren y ya no me vean a mí sino
solamente a ti, oh Señor.
Quédate conmigo y entonces comenzaré a brillar como
brillas Tú; a brillar para servir de luz a los demás a través de mí.
La luz, oh Señor, irradiará toda de Ti; no de mí; serás
Tú quien ilumine a los demás a través de mí.
Permíteme pues alabarte de la manera que más te gusta,
brillando para quienes me rodean.
Haz que predique sin predicar, no con palabras sino con
mi ejemplo, por la fuerza contagiosa, por la influencia de lo que hago, por la
evidente plenitud del amor que te tiene mi corazón.
Amén.
Beato Cardenal John Henry Newman
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