Un encuentro con el Señor
“Vete a casa con los tuyos y anúnciales lo que
el Señor
ha hecho contigo por su misericordia”
(Mc 5,19)
El endemoniado destruía lo que encontraba a su paso y se
lesionaba a sí mismo.
Por desgracia hemos vivido imágenes de destrucción.
Quienes las realizan están fuera de sí y dentro de ellos
convive una legión de heridas en el alma: odio, enemistad, envidia... una
legión que únicamente pueden curar el amor, la oración y la acogida.
Jesús no tiene miedo a los marginados.
Se acerca a ellos y los mira a la cara.
Descubre detrás de cada rostro a una persona que sufre y
espera ser liberada.
Jesús recrea la dignidad humana en quien la ha perdido,
se acerca a todo ser humano colocado en los márgenes y lo capacita para la
comunicación, entra con su luz en los sepulcros para que brote la vida.
Nuestro endemoniado, una vez curado, estaba sentado y en
su juicio.
Mi encuentro contigo, Jesús, me impulsa a acercarme a
los marginados y a escuchar sus relatos de vida.
• Señor, tú eres mi fortaleza.
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