Unos camilleros anónimos
“Viendo Jesús la fe que tenían, le dijo al paralítico:
Hijo, tus pecados quedan perdonados”
(Mc 2,5)
Jesús se encuentra cara a cara con el paralítico.
Cuatro
personas han quitado obstáculos para que se produjera el encuentro. Jesús mira
lo profundo del ser humano, allí donde brotan los sentimientos más genuinos,
las necesidades más básicas y actúa, como ve que actúa el Padre de los cielos.
Deja que Jesús te mire.
Aprende a perdonarte y a perdonar.
“El amor no lleva cuenta del mal, todo lo excusa,
todo lo cree,
todo lo espera,
todo lo soporta” (1Cor 13).
Se buscan camilleros que acerquen a Jesús a todos los
"paralíticos" y a los que se sienten paralizados por cualquier causa.
Unos camilleros anónimos:
Porque todos estamos llamados a ser camilleros de los
cojos, los paralíticos, inválidos, ancianos, enfermos.
Porque nadie puede poner la excusa de que no podemos
hacer nada por ellos.
El verdadero amor es creativo y atrevido.
“Creativo”, porque ¿a alguien se le ocurre subirse al
tejado con un paralítico?
“Atrevido”, porque ¿a alguien se le viene a la cabeza
destejar una casa para meter a alguien dentro?
El amor es creativo, es atrevido.
El amor al hermano necesitado no mira los obstáculos.
El amor al hermano no se detiene ante las dificultades.
El amor al hermano ve posible donde el egoísmo ve
imposibles.
El amor al hermano ve oportunidades donde el egoísmo ve
solo estorbos.
Así lo entendió San Pablo cuando escribe:
“El amor todo lo
excusa.
Todo lo cree.
Todo lo espera.
Todo lo soporta”.
Digámoslo más
simplemente:
“El amor todo lo
puede”. (1 Co 13,7)
El cristiano está llamado, a no refugiarse en las
dificultades, sino a buscar siempre las posibilidades.
El cristiano tiene que ser de los que nunca se echa atrás
cuando se trata de echar una mano al pobre, al necesitado, al enfermo, al que
sufre.
Para él siempre hay caminos.
Perdonar en algunos casos es realmente difícil.
Ante los
desastres y muertes cuesta aceptar que el autor sea digno de perdón.
No podemos
creer que Dios sea realmente diferente de nosotros. Perdonar al otro no es
fácil, pero perdonarnos a nosotros mismos no es tarea menor.
Liberar de la
culpa es tan importante como devolver la movilidad física. La culpa nos
paraliza.
Los fariseos no entendieron a Jesús.
Nosotros tampoco entendemos
los juicios de Dios.
• Padre, enséñanos a perdonar como tú perdonas.
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