Está cerca el reino, lo tenemos que esperar con esa certeza. El reino está aquí. No es algo que hay que esperar como si estuviera lejos. Jesús lo anuncia como próximo, como algo que empieza ahora. Si dejamos que Él se acerque se hará realidad en nosotros.
El reino está cerca y si abrimos bien los ojos, si dejamos que Él se acerque se hará realidad en nosotros.
«Mis palabras no pasarán» Ahora que se habla tanto de vivir el momento, todo o se disfruta en el acto o no tiene sentido. Él nos dice que sus palabras son para siempre, es un mensaje eterno, porque eterno es el amor que nos da y debemos hacerlo vida en la relación con los demás. Las palabras, solemos decir, se las lleva el viento. Ciertamente son nuestras palabras, porque las palabras de Señor son sólidas y permanentes. Pasará todo; pasarán hasta el cielo y la tierra, dice el Señor, pero mis palabras no pasarán. Creemos en un Dios de Palabra. Y es fiel.
"El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán." Está lo esencial y está lo relativo. Lo que cambia y se termina, y lo que permanece y nos sostiene. Y aprender a diferenciarlo nos hace sabios. Hay personas que edifican todo su proyecto vital sostenido en la roca firme del amor de Dios. Otros más incautos construyen en arena y cuando vienen las tormentas se desmorona su vida y es grande su ruina. Por eso se nos invita a construir nuestros días en lo que no cambia: la fe, la esperanza, el amor. El amor no pasa jamás.
A nadie le gustan los cambios. ¿Hay alguno actualmente en tu vida o se avecina dentro de poco? Ten siempre la certeza de que Él siempre permanece a tu lado, agarrándote bien fuerte de la mano.
Lo eterno
se apagarán los fuegos que arden en torno.
Las heridas en carne viva dejarán de escocer.
Pasarán los recuerdos que a ratos nos aprisionan,
los que nos alzan al cielo
y los que nos atan al suelo duro y frío.
Vendrá la calma
tras la tormenta que a veces sacude nuestros cimientos.
Pasarán los momentos de dicha
que uno aferra con avidez.
También ellos se irán,
dejando en la memoria
gratitud difusa por esa posesión
que ya nadie podrá arrebatarnos.
Olvidaremos mil nombres.
Las urgencias de ahora serán humo,
desvanecido en el viento.
Pero seguirá Tu voz.
Y tu evangelio.
Y la Historia de Amor que despliegas
en estas historias nuestras, tan humanas
y tan llenas de Ti.
Señor, no nos dejes olvidar tu Palabra,
que nos muestra la ruta
hacia lo eterno.
(José María R. Olaizola, SJ)




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