Hoy vienen a nuestra memoria las personas que hemos amado y que ya no están con nosotros. Damos gracias por nuestros difuntos. Somos lo que de ellos hemos recibido. La muerte se cruza en el camino de nuestras vidas. Es irreversible: la propia y la de aquellos a los que amamos. Pero no es el fin de la vida. No es el muro en el que se estrellan nuestras aspiraciones de plenitud. La muerte es el continuo despertador de nuestra vida. No es un día triste, es un día de pactar con nosotros mismos la disposición a vivir del todo.
Desde la fe descubrimos Quién es el Camino hacia el
Cielo; dónde está la Verdad de la existencia; y Quién nos regala de Vida
eterna. En Jesús, desde Jesús, con Jesús, encontramos respuesta a nuestros
miedos y certezas en el Amor.
Nuestros difuntos están en las mejores manos… en las manos de Dios. Manos de Padre que acoge, comprende, ama y siempre perdona. Manos llenas de amor de un Padre que nos dio la vida terrena para darnos la eterna.
Al recordar a los fieles difuntos, no podemos por menos que recordar el capítulo 25 del Evangelio según San Mateo: el juicio final. En él se medirá nuestra capacidad del corazón para ser compasivos. Quienes viven con corazón compasivos oirán a Jesús: "Venid benditos de mi Padre".
Señor, Tú sabes que hoy recordamos especialmente a nuestros seres queridos que han partido. Llénanos de consuelo y esperanza, sabiendo que la muerte no es el final. Que tu amor y tu promesa de resurrección nos fortalezcan en nuestra fe y nos llenen de paz. Amén.
Dales, Señor, el descanso eterno y brille para ellos la luz eterna. Sus almas y las almas de todos los fieles difuntos, por la misericordia de Dios, descansen en paz. Amén
Las lágrimas son parte del abrazo.No temas llorar, ni añorar.
No reprimas el duelo
ni disfraces la ausencia.
Solo intenta creer, también hoy,
que la última palabra la tiene la Vida,
aunque ahora duela.
La memoria,
que a ratos escuece,
se teñirá de gratitud
cuando el dolor se aquiete;
gratitud por su vida,
por su presencia, por su huella.
Pero no tengas prisa,
no quieras forzar al tiempo
que todos necesitamos
espacio para el duelo.
Llegará un día de resurrección,
en que todo estará bien.
Ahora nos queda el amor,
al que ni la muerte puede silenciar.
@jmolaizola



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