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Levantaos

 


“Cuando empiece a suceder esto, levantaos, 
alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación” 
(Lc 21,20-28)

El alarmismo social es una de las notas de nuestro tiempo. Las amenazas climáticas, alarmas sanitarias, conflictos bélicos...son, para muchos, causa de miedo y angustia. Pero Jesús nos ayuda a realizar otra interpretación: Cuando todo se viene abajo, se acerca nuestra liberación.

A pesar del lenguaje apocalíptico y catastrófico, la venida del Hijo del hombre es un acontecimiento de liberación. La Palabra de Dios nos invita a levantarnos de dejar fuera temores, angustias, preocupaciones. Todo está en manos de Dios que nos cuida y arropa. Acoge con esperanza la salvación que Dios te ofrece en los duros y complejos acontecimientos históricos humanos. 


"Verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y gloria."  
Le vemos llegar a nuestra vida cuando es capaz de cambiar el luto en danzas.
Cuando devuelve la esperanza a vidas aletargadas.
Cuando nos muestra los campos listos para la siega.
Cuando es capaz de enjugar nuestras lágrimas.
Cuando la alegría y el júbilo sustituyen al silencio y la pena.
Viene cada día con el deseo de divinizar lo humano, quitar los miedos que nos paralizan y darnos la vida eterna.

No sabemos el modo exacto. No sabemos el día y la hora. ¡Pero, es dogma de Fe! ¡Vendrá y todos tenemos que preparar su venida!


«Levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación»
Las dificultades en la vida no deben ser motivo de depresión sino ocasión de esperanza, de levantarnos y reconocer que no caminamos solos en las dificultades y aprender a vivir la libertad que nos da el sabernos amados.

Levantaos de vuestra satisfecha somnolencia. De la opresión por las realidades de ese mundo. De la mediocridad y tibieza. De la tristeza y el conformismo. Alzad la cabeza y mirad. Descubrir la presencia de Dios en medio de nosotros. Abrir la vida a la Vida.

En la fragilidad de mis tareas y compromisos me muestras tu Rostro,
Señor, de la Vida y de la Historia.
Me invitas a llevar contigo la cruz de cada día
y a recrear la esperanza en tus promesas de salvación.


En medio de la desesperación y el desánimo, de la pérdida de esperanza, cuando tenemos que levantarnos y "alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación", con fe firme, con esperanza fuerte, con mirada fija en el futuro, con compromiso cierto en un mundo diferente.

 

Contigo

Iré contigo,
sin tejer nidos
con ramas que se secan
y esconden el horizonte
con su redonda caricia.

Sin los atajos de la prisa
que ignoran los paisajes,
atropellan los instantes,
ni besan ni respiran.

Sin girar sobre mí mismo,
rueda atascada en la queja
de lodos viejos y podridos
sin sol y sin hermanos.

Iré contigo,
que oyes con corazón hospitalario
para sanar todos los lamentos,
que abrazas las últimas espaldas
para avanzar con todos y a tiempo,
que llegas en todo ahora
para estar partiendo siempre.


(Benjamín G. Buelta, SJ)


 

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