La Verdad
El año litúrgico refleja el camino de nuestra existencia: un recorrido que comienza y culmina en el encuentro con Jesús, nuestro Rey y Señor. Hoy celebramos el final del año litúrgico y llegamos a la fiesta que lo resume todo: Jesús es el rey del universo. Su Reinado afecta toda la realidad. Su amor restaura el universo entero. Ya los límites de lo humano no se nos presentan como obstáculo o limitación, sino como puerta para la plenitud. Alegrémonos de nuestra fragilidad, como la de Jesús, porque es la que nos lleva a vivir como Reyes.
Este domingo celebramos a Cristo Rey, pero no a un rey como los de este mundo, sino un rey testigo fiel de la verdad. Jesús nos recuerda que quien busca la verdad escucha su voz, una voz que no impone, sino que invita. Él mismo lo dijo: «Si permanecéis en mi palabra, conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres» y este es el núcleo de su reinado: la verdad que libera, la verdad que transforma, la verdad que nos conduce a vivir desde el amor auténtico.
En el cristianismo de baja intensidad se sigue pensando que en al abanico de ofertas religiosas, Jesucristo es una más, semejante a cualquier otra. Se oculta, por ignorancia o por malicia, la absoluta singularidad del Señor. Por ello, todo el que es de la verdad, escucha su voz.
Este es nuestro rey, un rey cargado de bondad, que cura y salva, cuida y ama, protege y busca... a los hombres y mujeres de este mundo.
El reino de Jesús no es de este mundo. Es un reino donde el rey es un crucificado. Donde los súbditos son los pequeños, los perseguidos, los hambrientos de justicia y pan, las mujeres, los sencillos. Donde la verdad es escuchada y seguida. Donde Dios es.
Cristo reina desde la cruz y con los brazos abiertos. Un Rey que no hace ostentación de poder… y es humilde en el servicio
Nunca olvidar que seguimos a un rey que optó por ser siervo, un rey cuya corona fue el servicio, un rey cuya vida fue un continuo lavatorio de los pies. Que no nos confundamos con otros reyezuelos que quieren colarse en el trono de nuestro corazón. Que solo él reine en nosotros.
No hay territorios en su reino, es el reino de los corazones de todos los hombres y mujeres de este mundo. Su reino no es de este mundo por 'atípico' pero es en este mundo dónde Él propone que se haga realidad. Llamados a ser constructores del mismo.
¡Cristo Rey! Es la culminación de todas las etapas de tu vida personal, y de la historia de la humanidad. No temas, tendrás luchas, pero si crees, invocas y obras, el reinado de su Espíritu vencerá.
Todo esto deseo
Que mi oído esté
atento a tus susurros.
Que el ruido cotidiano no tape tu voz.
Que te encuentre, y te reconozca y te siga.
Que en mi vida brille tu luz.
Que mis manos estén abiertas para dar y proteger.
Que mi corazón tiemble con cada hombre y mujer que padecen.
Que acierte para encontrar un lugar en tu mundo.
Que mi vida no sea estéril.
Que deje un recuerdo cálido en la gente que encuentre.
Que sepa hablar de paz, imaginar la paz, construir la paz.
Que ame, aunque a veces duela.
Que distinga en el horizonte las señales de tu obra.
Todo esto deseo, todo esto te pido, todo esto te ofrezco, Padre.
(José María R. Olaizola, SJ)
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