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En tus manos

 

«Mirad que nadie os engañe.»
 
(Lc 21, 5-11)

Lucas exhorta a la comunidad cristiana a vivir en alerta ante posibles signos engañosos, a poner los ojos en Jesús y a recorrer su camino con coraje y valentía, en medio de las pruebas y dificultades del momento presente. Jesús es tu Salvador, deja que su Amor te libere de todos tus temores y esclavitudes.

Existe ansia, en el mundo occidental, de buscar seguridades: nos creemos seguros en la pura fantasía e ilusión. Pero nada hay que dé seguridad, más allá de la que puede ofrecer un templo sólidamente construido. Pero un día caerá piedra sobre piedra. Entonces ¿qué dará seguridad?


La belleza de este mundo se va estropeando. El tiempo deteriora los grandes monumentos como el Templo de Jerusalén. Incluso los destruye. Son signos en los que descubrir dónde está la verdadera belleza. Solo en Dios todo encuentra sentido. Hay que buscar y discernir.

«Que nadie os engañe. Muchos vendrán en mi nombre diciendo "yo soy"» Falsos profetas de mal agüero llegan anunciando el final de los tiempos y lo que es peor mostrándose como salvadores. Seamos sensatos, creamos al que vino por nosotros y sobre todo con un mensaje de esperanza.


Tú me invitas, Señor a dejar mi vida en tus manos, a vivir con esperanza el momento presente y a hacer de este mundo un mundo de vida y de paz.

Es aquí donde Él se hace presente. Es aquí, donde los hombres y mujeres sufrimos, donde Él quiere venir y sanar. Signos que nos invitan a buscarle donde el hermano sufre, acercándonos a él y cuidando para que juntos nos acerquemos al Señor, que cura, sana, salva. Le buscamos en las nubes o en un cielo idealizado y es aquí donde están sus señales para buscarle, esperarle, hacerle presente o tocarle.

Señor, dame una mirada como la tuya, una mirada que no se quede en la superficie, que sepa bucear a lo más profundo de la realidad.
Señor, convencerme de que sólo permanece lo que se construye sobre el cimiento sólido del amor y la verdad, aunque parezca pequeño y débil.
Ayúdame a darme cuenta de que no quedará piedra sobre piedra de todo lo que se levanta sobre la mentira y el egoísmo, por grande y bello que parezca.
Señor, orienta y dirige mi trabajo y mi vida, para que no pierda el tiempo y la fuerza con lo que no tiene fundamento y desaparece; para que todas mis obras broten de ti, como de su fuente, y tiendan siempre a ti, como a su fin.


 

 

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