Vida eterna
“Esta es la voluntad del Padre: que
todo el que ve al Hijo
tenga vida eterna”
(Jn 6, 35-40)
Jesús no ha venido a condenar sino a salvar.
Él es el Pan de la Vida, el alimento verdadero, que nos
permite gustar la vida eterna, la experiencia de su amor, aquí y ahora, y que
un día nos resucitará.
La Eucaristía nos lleva a participar de una vida ofrecida
para la salvación de la humanidad.
Somos enviados para sembrar vida y no muerte.
Somos enviados para que los demás puedan vivir una vida digna.
Somos enviados para que los demás puedan vivir gozosamente su vida.
Somos enviados no para sembrar muerte sino vida.
Somos enviados para que los demás vivan la vida que el Señor quiere para todos.
Somos enviados para que los demás puedan vivir una vida digna.
Somos enviados para que los demás puedan vivir gozosamente su vida.
Somos enviados no para sembrar muerte sino vida.
Somos enviados para que los demás vivan la vida que el Señor quiere para todos.
Llenas nuestras vidas de amor y de alegría verdadera.
Eres el pan que nos da la fuerza para vivir cada día.
Señor, para nada me
engaño al poner mi confianza en ti.
Tiene sentido poner la vida en tus manos.
Yo sé que tú estás conmigo
y me llamas a una vida más plena,
más alegre,
más modelada
por el amor.
Tiene sentido poner la vida en tus manos.
Yo sé que tú estás conmigo
y me llamas a una vida más plena,
más alegre,
más modelada
por el amor.
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