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Testigo




"Como el Padre me ha amado, 
así os he amado yo: 
permaneced en mi amor" 
(Jn 15,9-17)   

Jesús nos has regalado lo más precioso que tenías, el amor del Padre.
Sólo en Tu Palabra podré amar así.

Seamos testigos de la Pascua del Señor: de un amor que ha vencido a la muerte, liberándonos de la esclavitud del pecado y dándonos, por medio del Espíritu, la verdadera alegría: la posibilidad de ser sus amigos y de amar como Él nos ama.

"Amaos unos a otros como yo os he amado"... sin límites, sin reservas, dando la vida.
“No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido”. 
¿Quién soy, para ti Señor, para que te fijes en mi? soy la niña de tus ojos, el tatuaje en tu manos, la semilla a cuidar, el brote de esperanza.



Jesús nos pide que permanezcamos en el amor, comprometidos con los que están en las orillas, entregando la vida por ellos, sobreponiéndonos al cansancio y agarrándonos con fuerza a la esperanza. 
Cuando el amor se extiende por el mundo, se alegra el corazón del Padre.         

Orar es vivir la gozosa experiencia de la gratuidad; es dar a todos, gratuitamente, acogida, comprensión, ayuda, perdón, amor, unidad, un hueco para todos los que tienen sed del Agua viva.  


Hoy, San Matías.
Tras la muerte de Judas, fue propuesto para completar el colegio de los 12 y le tocó a suertes. 
No te creas que eres imprescindible en la Iglesia.
Tu parroquia, tu movimiento... andarán perfectamente sin ti.

¿O no es el Espíritu quien nos guía?         

Señor, te pido que hagas de mí un testigo.
Moldea desde dentro mi corazón.
Así mis palabras y mis gestos
contagiarán tu alegría,
anunciarán la noticia de tu gran bondad
y mi esperanza será una propuesta creíble
de vida nueva
.



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