Luz en medio del mundo.
“Yo he venido al mundo como luz” (Jn 12,44-50)
En medio de tanta oscuridad, ¡qué hermoso contemplar el
rostro iluminado de Jesús!
Es como abrirse a la luz de una mañana.
Creer en ti es vivir en la Luz del Amor, en la certeza de
que Tú alumbras nuestros pasos.
Sal a la vida reflejando ese rostro en tus obras.
Aunque en algunas ocasiones nos parezca que es de noche,
no es de noche: es sólo la sombra.
Del otro lado está la luz.
Que Jesucristo entre como luz en el corazón y alumbre
nuestro camino de esperanza
Tú, Señor, eres luz para el mundo.
Eres bondad, eres ternura.
Llena de claridad sus zonas oscuras.
Enciende mi mirada con la luz de tu amor.
Hazme, Señor, luz en medio del mundo.
Allí donde estemos, en las circunstancias que estemos,
Jesús es luz en la oscuridad.
Allí donde estemos, en las circunstancias que estemos,
somos luz en la oscuridad.
Pidamos cada día el don del Espíritu Santo, para ser
capaces de reconocer la voz del Señor, acoger su Palabra y reconocer su
Presencia en medio de nosotros.
Solos no podemos.
Pero perseverando unidos a Cristo, las fuerzas se
renuevan y se hace posible lo que parecía imposible.
La luz la gracia, la fortaleza para vivir el Evangelio
cada día nos viene del Señor.
"Yo soy la
vid".
"Permaneced
en mi amor".
La Luz nos permite iluminar realidades, relaciones,
acontecimientos, que a veces presentan la oscuridad de la incomprensión, del
egoísmo, de la soberbia o de la envidia.
Ser luz es hacer visible lo bueno, lo bello, lo cierto
desde la humildad y sencillez.
Te alabo, Señor,
por ser luz.
Tu luz me envuelve en misericordia, en compasión.
Tu luz me hace ver lo que me atrapa y frena.
Tu luz penetra hasta el fondo de mi ser
y alienta el deseo de llegar hasta ti.
Alabado seas, Señor Resucitado,
por tu luz, que alumbra caminos nuevos
y me guía para ir siempre más allá.
Tu luz me envuelve en misericordia, en compasión.
Tu luz me hace ver lo que me atrapa y frena.
Tu luz penetra hasta el fondo de mi ser
y alienta el deseo de llegar hasta ti.
Alabado seas, Señor Resucitado,
por tu luz, que alumbra caminos nuevos
y me guía para ir siempre más allá.
Celebramos hoy la memoria de san Isidro labrador, nacido en
Madrid a finales del siglo XI.
Juntamente con su mujer, santa María de la
Cabeza, llevó una dura vida de trabajo como campesino y de este modo se
convirtió en un verdadero modelo del honrado y piadoso agricultor cristiano.
La
tradición popular conservó la memoria de su espíritu de oración y de generosidad
con los necesitados:
«Haceos ricos
haciendo buenas obras, dice el Señor. De estas riquezas tenéis que hacer
ostentación, estas son las que tenéis que sembrar. Sembrad, aunque no veáis
desde ahora lo que tenéis que recoger»
(S. Agustín).
Es patrono de los
agricultores españoles.
Dios Padre
Todopoderoso, que llenaste a San Isidro Labrador del Espíritu Santo, dejándose
poseer y conducir por Él, viviendo y construyendo una familia cristiana, desde
al escucha de tu Palabra y mostrando en su trabajo diario, como esposo, padre y
labrador, que Jesucristo es Camino, Verdad y Vida y es quien nos hace libres.
A
Jesucristo desde la Iglesia, sirvió generosamente con su vida, animada por un
amor fraternal hacia aquellos con los que vivía y se encontraba, proponiendo la
dulce y confortadora alegría de evangelizar desde la familia cristiana y desde
el trabajo de cada día.
Por intercesión de San Isidro Labrador, te pedimos el
ímpetu interior que tuvo y vivió toda su familia, irradiando el fervor de la
alegría del Evangelio, anunciando el Reino de Dios e implantando la Iglesia en
el mundo.
Por Jesucristo Nuestro Señor.
Amén.
Comentarios
Publicar un comentario