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¡Estamos en buenas manos!




"Mis ovejas escuchan mi voz, 
y yo las conozco y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna".  
(Jn 10, 27-30)

Señor, tú eres mi Buen Pastor.
Gracias por curar mis heridas con ternura, por dar la vida por mí:

Nada me separará del amor de Dios
Jesús cuida a todas las personas por igual, sean quienes sean.

A pesar de los pesares...
¡Estamos en buenas manos!

Una muchedumbre inmensa, de toda nación, raza, pueblo y lengua, hoy sufre una gran tribulación. 
(Ap 7,9.14b-17) 
Pero llegará el día en que ya no pasará hambre ni sed, ni el sol les hará daño.
Porque el Cordero es su Pastor y los conduce hacia fuentes de agua viva. 
Y Dios enjugará sus lágrimas.

Los que hoy no cuentan serán los primeros.
Los poderosos, hombres y mujeres principales no tendrán privilegios.
Los pequeños, los sencillos, los de corazón limpio, contemplarán a Dios.
Ni uno solo se perderá.
Los más débiles serán sostenidos.
Los cansados renovarán sus fuerzas.

"Toda la naturaleza humana es una oveja que has llevado sobre tus hombros. Dime dónde descansas, condúceme a buenos pastos en los que yo me alimente, llámame por mi nombre para que yo, tu oveja, oiga tu voz y por tu voz me venga la vida eterna" (Gregorio Nisa).



Sí, sabemos que Cristo es nuestro Pastor.
Pero, ¿nosotros somos buenas ovejas?
¿Dóciles?
¿Nos dejamos apacentar?
¿O hacemos oídos sordos ignorando su llamada?

Dices que los tuyos escuchan tu voz.
Pero, Señor, hay tanto ruido, tantas voces que confunden, tanta distracción. 
Y quizás, la peor de todas sea dejar de escuchar por creer que ya te conocemos.

ESCUCHAR TU VOZ
Escuchar tu voz entre tanto ruido, entre tantas voces-
Escuchar tu voz, que me alivia, que me alegra.
Escuchar tu voz, mi único consuelo, mi única seguridad.
Escuchar tu voz, aunque me resista, aunque me duela.


Para ti, Buen Pastor,
yo no soy un número, y menos aún, gente.
Entre tú y yo, hay diálogo.
Yo sé que cuento con tus ojos.
Yo sé que me amas con mis fragilidades y proyectos.
Por eso, cuando tú hablas, yo reconozco tu voz:
las cosas que tú me dices,
la manera que tienes de decirlas…
¡Eres inconfundible!
Jesús, sé que tu voz me llama con tanta fuerza
que me decido a seguirte a donde me lleves.



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