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Permanecer




“Como el Padre me ha amado, 
así os he amado yo: 
permaneced en mi amor… 
Que mi alegría esté en vosotros” (Jn 15,9-11)   

Dios es alegre y quiere compartir con todos la danza de su corazón.
Jesús es la gratuidad total.
Distribuye a manos llenas la verdad. 
Lo que recibe del Padre nos lo da.
Nos entrega el Espíritu para que nuestra alegría llegue a plenitud.
Busca hoy en el trato de amistad con Jesús la fuente de tu gozo y comparte el consuelo con los que están faltos de él.   

¡Cómo será eso de llevar tu alegría en mi vida, de tener mi flauta llena de tu música!
¡Cómo será eso de ser caricia tuya para dar a todos los que están solos!   


Si permanecemos unidos a Cristo, si nuestras raíces están arraigadas en su amor, un día se volverán alas para que podamos volar junto a Él, de nuevo a casa, junto al Padre Dios.

"Permaneced en mi amor".
El discípulo es aquel que vive por Jesús y en él.
No hay mejor manera de garantizar el futuro de nuestra fe que permaneced en el amor en el que hemos sido engendrado.



Si permanecemos en el amor, la alegría de Cristo llega a nosotros y puede ser plena.




"Permaneced en mi amor".
Dame, Señor, fuerzas para no rendirme, ilusión para no cansarme, constancia en el amor.

Para el cristiano, la verdadera alegría es la que nace del Misterio Pascual de Jesucristo: la alegría del encuentro con Él, de su amor derramado en nuestros corazones; una alegría que nada ni nadie nos podrá quitar.

Jesús,
hoy siento la necesidad de arrodillarme y rezar.
¡Tantas veces he buscado la felicidad al margen de ti!
¡Tantas veces el Evangelio me parecía un peso
y tu Iglesia (Comunidad de bautizados) un grupo de gente triste y aburrida!
¡Me alejaba de ti!
Pero por suerte, tú sigues ahí, insistiendo
y llamándome siempre de nuevo.
Si tú me aceptas de nuevo,
con gusto quiero permanecer contigo una vez más.



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