“Soy yo, no temáis”
"Él les dijo:
«Soy yo, no temáis»"
(Jn 6, 16-21)
Como dice el Papa Francisco:
"La resurrección de Cristo es nuestra fuerza.
Nos lleva a vivir con confianza la realidad cotidiana, a afrontarla con coraje y compromiso".
No tengamos miedo aun sin verle el Señor nos sostiene, tengamos fe en la tormenta.
En mis tempestades y tribulaciones, en las noches oscuras, en las experiencias de debilidad o de fracaso, Cristo viene a mi encuentro -caminando sobre las aguas- para decirme:
Soy Yo.
¡No temas!
"No temáis, estoy con vosotros, mi Espíritu os sostiene.
No hay viento ni tempestad que haga naufragar la barca de la Iglesia.
Seguid trabajando por hacer presente el
Reino.
Orad, atended las necesidades de los pobres, proclamad la Palabra...
No tengáis miedo."
Orad, atended las necesidades de los pobres, proclamad la Palabra...
No tengáis miedo."
Nada ni nadie será
capaz de separarnos de su amor, de su presencia, de su ayuda.
En momentos de
zozobra y de oscuridad, él saldrá a nuestro encuentro para decirnos:
“Soy yo, no
temáis”, sigo con vosotros.
A veces nosotros le
huimos a los problemas que suceden en nuestra vida, pero él Señor aparece para
calmar esas tempestades, por eso no tengamos miedo y confiemos en él que todo
lo puede.
Cuando dejamos que
Jesús esté en nuestra vida, el mar se calma.
El Señor nos trae
una capacidad de enfrentar las situaciones difíciles, una capacidad de ver las
cosas con otros ojos.
En las tormentas y
vientos de nuestra vida, siempre María, susurrándonos las palabras del Bendito
Hijo:
'Estoy a tu lado,
soy yo (tu Madre), no temas'.
La vida es frágil, Señor.
A pesar de todo, intento dejar el miedo.
Si te acojo en mi débil barca,
si te dejo sitio en mi vida,
yo sé que no dejaras que me hunda.
Cuando yo te dejo entrar,
las tempestades se calman
y el corazón vuelve a latir sereno.
Cuando tú te aproximas,
tu luz ahuyenta la noche
y la esperanza me envuelve.
A pesar de todo, intento dejar el miedo.
Si te acojo en mi débil barca,
si te dejo sitio en mi vida,
yo sé que no dejaras que me hunda.
Cuando yo te dejo entrar,
las tempestades se calman
y el corazón vuelve a latir sereno.
Cuando tú te aproximas,
tu luz ahuyenta la noche
y la esperanza me envuelve.
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