De dos en dos.
“Los fue enviando”
(Mc 6,7-13).
Los discípulos ‘salieron’ a los cruces de los caminos a
prolongar la actividad de Jesús: predicar, curar y expulsar demonios. Hoy oímos
hablar mucho de Iglesia en salida.
Solo podemos salir de verdad con la fuerza del Espíritu
Santo.
- Señor, que comprenda que lo esencial es invisible a
los ojos.
Lo que escucho en la intimidad del corazón, en el
trato contigo, Señor, quiero llevarlo a la vida de cada día.
Ayúdame tú, María, estrella de la nueva
evangelización.
- Señor, gracias por las personas que me han
llevado hasta Ti.
Los fue enviando.
Poco a poco, pero a todos, Dios nos llama.
Nos agrupa en torno al amor de Dios y al amor mutuo.
Y enseguida, nos envía a todos: sacerdotes, religiosos y
laicos.
La misión es parte esencial de nuestra pertenencia a la
Iglesia.
También hoy, nosotros enviados para que todos conozcan el
Kerygma.
¿Te lo sabes tú?
El verdadero discípulo de Jesús es alguien desinstalado, que camina apoyado en el Señor y no en sus propias fuerzas, para llevar al mundo, como un tesoro en una vasija de barro, el amor del Padre, providente y misericordioso.
De dos en dos.
O sea, en comunidad.
Los medios materiales se reducen a los imprescindibles.
Todo está centrado en la fuerza del que envía, Jesús; en
los que caminan juntos, que se ayudarán, y en la gente a la que se envía, con
la que hemos de formar nuevas comunidades de amor, de vida compartida.
Aquí, estoy, Señor, ¡envíame!
Aquí, estoy, Señor, ¡envíame!
Necesito sencillez, humildad, a mis hermanos (la Iglesia,
mi parroquia, etc...), y una conciencia creciente de todas las necesidades que
tiene hoy nuestro mundo.
"En tu nombre, iré".
Hoy sigue enviándonos en medio del mundo a ser sal, a
compartir la luz recibida y a llenar los corazones de paz.
Creo en la iglesia que está al lado de los pobres, la
iglesia plural, abierta al mundo, dialogante y humilde.
La iglesia que no se sitúa por encima de los diferentes y
que da testimonio de los valores del Evangelio: misericordia, acogida,
inclusión, protección de los débiles...
No perdáis vuestra esperanza.
Algún día caerán todos los muros y se abrirán todas las
fronteras.
Sigamos poniendo nuestro grano de arena en la lucha por
la justicia.
Sigamos siendo fermento de la paz en medio de un mundo violentado.
Dios actúa en lo pequeño.
Que nos atrevamos a comunicar el.
Evangelio con coraje, sin miedo al rechazo o al
desprecio de la gente.
Señor, escucho tu llamada de nuevo.
Una y otra vez me llamas,
aunque me haga el sordo en demasiadas ocasiones.
Eres tozudo, Señor.
Me llamas y me envías.
Nos envías, de dos en dos.
No quieres que vaya solo.
Mi fe se apoya en Ti y en mi compañero de misión.
Mi compañero se apoya en Ti y en mi.
Señor, escucho tu llamada de nuevo.
Una y otra vez me llamas,
aunque me haga el sordo en demasiadas ocasiones.
Eres tozudo, Señor.
Me llamas y me envías.
Nos envías, de dos en dos.
No quieres que vaya solo.
Mi fe se apoya en Ti y en mi compañero de misión.
Mi compañero se apoya en Ti y en mi.
No quieres que lleve muchas cosas.
Un bastón y nada más.
Ni pan, ni alforja, ni dinero...
Para cumplir tu misión no necesito casi nada.
Para transmitir tu amor
sólo es preciso que me deje amar por Ti
y que ame, sirva y me entregue como Tú.
Para transmitir tu perdón
sólo es necesario que yo me deje perdonar por Ti
y que perdone como Tú me perdonas.
Para transmitir tu Palabra
sólo es menester que abra mis oídos para escucharte
para que mis palabras y mi vida hablen de Ti.
Para transmitir tu alegría
sólo es preciso que mi corazón se acerque al tuyo,
para que ni la peor noticia arrugue mi sonrisa.
Para transmitir tu consuelo
sólo es necesario que ponga en tus manos mis agobios
y contagie mi esperanza a los que sufren.
Me has llamado, Jesús.
Tú sabes lo que haces.
Aquí estoy. Envíame.
Un bastón y nada más.
Ni pan, ni alforja, ni dinero...
Para cumplir tu misión no necesito casi nada.
Para transmitir tu amor
sólo es preciso que me deje amar por Ti
y que ame, sirva y me entregue como Tú.
Para transmitir tu perdón
sólo es necesario que yo me deje perdonar por Ti
y que perdone como Tú me perdonas.
Para transmitir tu Palabra
sólo es menester que abra mis oídos para escucharte
para que mis palabras y mi vida hablen de Ti.
Para transmitir tu alegría
sólo es preciso que mi corazón se acerque al tuyo,
para que ni la peor noticia arrugue mi sonrisa.
Para transmitir tu consuelo
sólo es necesario que ponga en tus manos mis agobios
y contagie mi esperanza a los que sufren.
Me has llamado, Jesús.
Tú sabes lo que haces.
Aquí estoy. Envíame.
Comentarios
Publicar un comentario