Al servicio del Reino



“¡Que no falte entre vosotros la sal, 
y vivid en paz unos con otros” 
(Mc 9, 41-50)


¡Cuántas veces nuestras acciones no están a la altura de nuestro ser cristiano! 
En lugar de ayudar a los demás a encontrarse con Jesús, los alejamos (más).

La sal es el amor de Dios, que cura nuestras heridas y nos preserva del mal; el fuego que pone a prueba nuestra fe y nuestra lucha contra el pecado



Ser sal; los discípulos están llamados a dar ‘sabor-vida’ con su manera de estar en el mundo



Coloquio de la sal
Si la sal en mí se vuelve sosa
el mundo perderá su sabor.
Si la sal se vuelve sosa en la Iglesia
nadie se acercará al banquete que ofrecemos.
No habrá alegría en las familias.
El tedio y la mediocridad dominarán los días.
Las sombras vencerán a la luz.
Si la sal se vuelve sosa
se conservarán tradiciones, pero perderemos el Espíritu
y ser cristiano será un asunto del pasado…
Pero si la sal está en su punto
renacerá la esperanza en la tierra,
cantarán de nuevo los trigales,
la pesca será abundante aún en la noche,
la unidad será posible entre nosotros,
una nueva humanidad se abrirá paso en el amor.
Y así, con esta sal llena de sabor
tu luz llegará a todos.
Señor, que no falte nunca tu sal en nuestras vidas.
(Fermín Negre)



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