Ser sal y luz.
“Alumbre
vuestra luz a los hombres,
para que vean vuestras buenas obras
y den
gloria a vuestro Padre”
(Mt 5,16).
Ser sal y luz.
El mundo que conocemos no podría existir sin luz.
¿Cómo serían los alimentos sin sal?
A partir de aquí Jesús habla de nuestra misión como
creyentes y discípulos.
Cada comunidad
cristiana tiene la vocación de aportar un rayo de luz a su entorno.
Y de
comunicar el buen sabor del amor de Dios.
Esto significa que debemos vivir, convivir y
relacionarnos fraternalmente con todas las personas y grupos de la sociedad
siendo «Iglesia en salida».
Los discípulos de Jesús son fermento de una nueva
sociedad cuando en su modo de obrar dejan pasar la luz del Padre.
Intenta que tus obras reflejen la luz de la fe que llevas
dentro.
Te glorifico, Padre, por las obras buenas que hoy has
sembrado en el surco del mundo.
- Que, como la sal, los cristianos seamos capaces
de perdernos o desvivirnos por los demás.
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