El Evangelio, un proyecto de vida
“El que escucha estas palabras mías
y las pone en
práctica
se parece al que edificó su casa sobre roca”
(Mt 7,24)
El evangelio de hoy es la conclusión del «sermón de la
montaña» que leemos hace tres semanas.
Todo lo que ha dicho Jesús son los
cimientos para construir la «casa» que somos nosotros, nuestras comunidades y
nuestro mundo.
Una construcción nunca acabada que tiene que apoyarse en la
certeza del amor de Dios y en la decisión de vivir según su proyecto o Reino,
como hizo Jesús.
De su vida coherente nacía la autoridad reconocida por la
gente.
De la unión con
Jesús, le viene a la persona la fortaleza; de la puesta en práctica de su
camino de las bienaventuranzas, le viene la alegría.
Lleva siempre en el
corazón una palabra de Jesús.
Dale el verdadero abrazo a la palabra de Jesús en
la vida.
Y lo primero que Jesús deja claro es que la salvación no
depende de la "piedad" o la "devoción", sino de la
"conducta" que el propio Jesús ha planteado en el sermón del monte.
"El que escucha estas palabras mías y las pone en
práctica...".
El que hace eso y vive así, ese es el que vive en una
casa sólida y bien construida.
El que no hace eso es un insensato, que
vive sobre un montón de arena.
Al decir esto, estamos tocando el corazón
mismo del Evangelio.
El Evangelio no es primordialmente un libro de religión,
sino que en realidad lo que nos presenta es un proyecto de vida.
Con María, acojo tu Palabra, Señor.
Con María, dejo que tu Palabra
ocupe mi corazón.
Con María, dialogo con tu Palabra.
Con María, aprendo a estar
en la Palabra.
Con María, ofrezco gratuitamente tu Palabra.
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