Portadores de reconciliación y perdón
“¡Ánimo,
hijo!, tus pecados están perdonados”
(Mt 9,2).
Al acercarnos a Jesús descubrimos, entre otras cosas, la alegría
profunda del perdón y de la dignidad que nos otorga el amor infinito con que
somos amados.
Esta renovación interior profunda permite levantarse y caminar
con nuevas fuerzas.
Los que vieron lo que ocurría al paralítico se dieron
cuenta del cambio que supone acoger la misericordia de Dios.
En un mundo
violento y lleno de conflictos, es propio de los cristianos ser portadores de
reconciliación y perdón.
- Gracias, Padre,
- Gracias, Padre,
porque nunca te cansas de perdonar.
Que la fuerza de tu
amor nos transforme.
Jesús siempre
está a favor de la vida.
Cuando la encuentra encorvada, la levanta.
Cuando la
encuentra pisoteada, la dignifica.
Cultiva hoy el lenguaje del ánimo.
Un gesto
de cercanía, una palabra de aliento,
una mirada limpia y pacificada, una
sonrisa...
pueden transmitir vida
a los más debilitados en la esperanza.
Me perdonas
para que pueda perdonar.
Me animas para que pueda animar.
M e amas para que pueda
amar.
La fe que
tenían los portadores del paralítico y el perdón de Jesús se encuentran.
Del
encuentro surge un nuevo comienzo para el paralítico. Pasa por tu corazón la
situación de parálisis, de incapacidad para caminar y ser libres, que viven
muchos pueblos de la tierra.
Ilumíname,
Señor.
Ayúdame a encontrar un estilo de vida liberador.
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