Ir al contenido principal

¡Que llega... salid...!

 

 


«¡Que llega el esposo, salid a recibirlo!» 
(Mt 25,1-13)
 
Y era un mendigo el que llamaba a la puerta.
Santo Espíritu de Cristo Resucitado, danos corazón presto y mirada atenta.
 
Tu Palabra, Señor, 
es agua viva que destila gota a gota, como rocío, sobre nosotros.
Tu Espíritu nos sana.
Tu misericordia nos permite empezar de nuevo cada día.
Nos hace renacer.
 
Relájate en tu pequeñez. 
No te enredes en la negatividad ni en la culpa. 
Compréndete, perdónate. 
Más que la oscuridad, mira la luz que hay en tu corazón.
Haz lo mismo con los demás.
Haz el bien que puedas. 
Que no te venza el desaliento.
Confía, reza, ama.
 
El reino de los cielos se parece a 10 vírgenes. 
5 necias y 5 prudentes. 
La diferencia está en preparar aceite para las lámparas. 
El aceite de la fe que nos permite ver la realidad con esperanza. 
Los retos como oportunidades. 
La oscuridad como ocasión para dar luz 
 
 
Estemos siempre atentos, pidiendo fuerza
 y sabiduría para permanecer  a la expectativa de Jesús, 
que cada día viene a nuestro encuentro.
  
No podemos esperar un mañana que quizá no vendrá, 
para encender la lámpara 
de nuestro amor a Dios y a los hermanos. 
Hay que vivir en cada segundo de nuestra vida 
toda la pasión que hay en el corazón del Señor.
 
Tenemos que estar vigilantes 
a cualquier señal para que el encuentro con Él se produzca, 
con todo preparado para que sea realidad.
El evangelio nos dice que es un encuentro de amor, 
el novio viene a nuestro encuentro para celebrar el amor.
 
"Sal a su encuentro". 
Las cosas buenas pasan a quienes más esperan. 
Las mejores a quienes van a por ellas. 
Yo ya he salido a tu encuentro. 
¿Vienes o esperas?
 
"¡Que llega el esposo, salid a recibirlo!" 
El Señor siempre llega.
Cumple su promesa.
Nosotros nos cansamos de esperarle. 
Aun así, Él viene, viene, viene siempre.
¿Cómo recibes a Jesús?
¿Con rutina o con alegría?
¿Cómo recibes a los que viven contigo?
¿Con gozo o con indiferencia?
 
Entra en mi casa, Señor.
Entra en mi corazón.
Que lo mío sea tuyo y lo tuyo mío.
Gracias.
Amén.
 
El anuncio del final de los tiempos da sentido 
y urgencia al tiempo presente. 
Su venida no puede sorprendernos distraídos, 
o dormidos, o despreocupados. 
No desconocemos que vendrá 
ni que desea encontrarnos esperándole. 
¿Y aun así, estaremos a otras cosas? 
¿Seremos tan necios?
 
Ha llegado lo que esperamos, 
con la ilusión de quién oye el timbre 
y sabe que por fin tiene lo que buscaba.
Sentido, respuestas, compañía, presencia.
Dios no juega con nosotros al escondite.
Nos conoce y nos llama para poder 
recorrer juntos la aventura cotidiana de vivir.
Él enciende nuestra lámpara.
Y nos vuelve luz del mundo, sal de la tierra, 
amor entregado ante tantas situaciones que demandan alegría.
 
Examen del mal amor
Si a quien llamas hermano, desprecias a distancia.
Si en su cara sonríes y a la espalda rechazas.
Si profieres reproches con estudiada calma.
Si siempre encuentras pegas pero nunca alabanzas.
Si golpeas tu pecho con fingida tristeza 
mientras miras al otro desde torre lejana.
¿De qué sirve tu fuego? 
¿De qué vale tu llama si una bola de orgullo 
se te ha anclado en la entraña?
¿A quién llegan los besos que camuflan espadas?
¿Para qué vale un árbol que no extiende sus ramas?
¿A dónde irán un día los abrazos sin alma?
 
(José María R. Olaizola, sj)

 

 

 

Comentarios

Entradas populares de este blog

"Señor, enséñame a orar"

“Cuando oréis decid: “Padre”  (Lc 11,2).    Los discípulos fascinados por las palabras y gestos de Jesús se preguntan: ¿De dónde le nace tanta vida al Maestro? Por eso le piden que les muestre el manantial que lleva en el interior, que les enseñe a orar, que les revele “eso” que le lleva a entregar la vida, gratuitamente, por los caminos.   Acoge en silencio profundo la palabra más bella, más entrañable y más nueva que Jesús lleva en su corazón: ¡Abba!   ¿Cuántas veces has dejado de orar? Por dejadez, desánimo...hay mil causas. El Padre es bueno, te espera paciente y sabe que en el fondo de tu corazón anhelas estar cerca de Él. Dile confiado: "Señor, enséñame a orar" En este mundo a veces tan chato y funesto donde pareces no estar, Señor, enséñanos a orar.  Sí, enséñanos a orar, a tener claro y a recordar que somos tuyos y no nuestros. Orar es conectar con la raíz del ser; es entrar en la onda del Padre, sin...

SAN JOSÉ

Salve, José, amante y tierno padre. Salve, guardián de nuestro Redentor. Esposo fiel de tu bendita Madre y salvador del mismo Salvador. Al buen Jesús pudiste ver sin velo y sobre ti sus miembros reclinó. Al Hacedor de tierra, mar y cielo con cuánto amor le besas y te besó. ¡Oh, qué feliz el nombre de Hijo que dabas! Ninguno fue por Dios tan encumbrado como tú, José. ¡Oh, fiel guardián de nuestro Redentor! Dichoso aquél, José, que tú proteges y el que con fe te invoca en la aflicción, jamás, jamás lo dejas sin amparo y protección. ¡Oh, San José, amante y tierno padre, santo sin par y espejo de virtud! Haznos amar a la divina Virgen y a nuestro Dios y Salvador. “Protege, oh bienaventurado José, protégenos en nuestras tribulaciones. Defiéndenos de las asechanzas del demonio, protégenos con tu patrocinio, y ayúdanos y sostennos con tu auxilio para que podamos santamente vivir, piadosamente morir y alcanzar en los cielos la eterna bienaventuranza”. (León XIII)

Gracias, Señor.

El titulo de esta entrada me la ha do el Papa Francisco esta mañana en su tuit  @ Pontifex_es Termina un año y estamos a punto de comenzar uno nuevo. Se cierra un libro y empieza un nuevo libro con las paginas en blanco. Hoy es un buen momento para hacer balance del año, pedir perdón, dar gracias y pedir ayuda.  En el año que termina ha habido de todo, pero la certeza del amor de Dios ha estado conmigo todos los días. Su ternura la he sentido muchas veces, y muchas veces su mano me ha levantado. Gracias, Señor porque no termino el año sólo y el nuevo lo puedo empezar contigo. Por eso yo no le pido nada al 2015, yo se lo pido a Dios. En tus manos Señor pongo mi vida en este nuevo año 2015